13 de octubre de 2006

Actitudes

Me llegan invitaciones todas las semanas para charlas, conferencias, talleres, sobre eso que llaman la "construcción de la memoria". Obvio que no participo, porque no creo que se pueda construir artificialmente una memoria institucional, menos cuando de arranque los gestores de la operación se olvidan la mitad de los hechos.
La cosa es que esta mañana me encontré con una notica que me llamó la atención, y que marca claramente que no en todos lados el recuerdo vale lo mismo. No digo que una cosa esté bien y la otra no, pero vale la pena marcar el contraste:
En septiempre de 2004, en Carmen de Patagones "Junior" le robó la pistola reglamentaria al padre y mató a tres compañeros. Dos años después el aula donde pasó todo sigue cerrada, y proponen hacer en el lugar "un museo o una sala de reflexión".
La semana pasada, en Lancaster County un demente mató a diez nenas en la escuela. Ayer, para "aliviar el dolor de la comunidad", el edificio fue arrasado por topadoras.
Insisto en que no se qué es más correcto. Pero me suena uno de los versos finales del Martín Fierro:
Es la memoria un gran don,
Calidá muy meritoria;
Y aquellos que en esta historia
Sospechen que les doy palo,
Sepan que olvidar lo malo
También es tener memoria.

3 comentarios:

Louis Cyphre dijo...

Sepan que olvidar lo malo
También es tener memoria.

Muy cierto. Aunque tal vez deberíamos decir "sepan que dejar lo malo en el pasado también es tener memoria".

MT dijo...

Para mi tener memoria tiene un significado completamente diferente. Es recordar cualquier suceso del pasado parado en un momento necesariamente posterior, y con absoluta conciencia de que ha ocurrido en el pasado. Lo que está implicado en ambos sucesos que comentás, es la necesidad del duelo para poder proyectarse hacia un futuro, en el que el hecho se conserve en el recuerdo, pero perdiendo su vigencia traumática.
Esto tal vez es lo que no se ha dado, o ha ocurrido malamente en nuestra sociedad.
El domingo pasado, la novia y varios amigos de mi hijo han muerto en el accidente de Santa Fé. La actitud de los adolescentes que deben encarar hoy este proceso de duelo es de tal madurez, que me llena de esperanza.
Hablan y mucho de lo sucedido, se juntan para darse ánimo. Visitan a los padres de los chicos fallecidos, se reunen en el colegio, están al lado de los amigos heridos. Algunos proyectan ir a Chaco y hacer una movida mas grande todavía. Sin declamaciones, sin melodrama, con un dolor evidente en sus jóvenes caritas, pero con una actitud valiente y digna. En fin..
Tal vez estas nuevas generaciones comprendan mejor cómo encarar las situaciones de pérdida, liberando de a poco a nuestra sociedad de los fantasmas del pasado.
Muy bueno tu post.

Javier Bazán Aguirre dijo...

Lo mismo en Chile.
¿Cómo podremos vencerlos?