Aunque no se han producido hechos como para que la prensa argentina se digne a prestarle atención, la caldera que es Bolivia sigue juntando presión.
Hoy las autoridades de ocho de los nueve regiones del país se pusieron de acuerdo para coordinar medidas de protesta, emplazando al gobierno a que en 72 horas le responda al país por lo que consideran maniobras totalitarias, como la decisión de implantar la mayoría simple en la Constituyente, y el proyecto de remover a los prefectos -elegidos democráticamente- para reemplazarlos por alguno digitado desde La Paz.
Unos trescientos opositores están realizandohuegas de hambre contra las decisiones del MAS, y la oposición retiró a los senadores de la cámara, bloqueando el trámite parlmaentario al punto que Evito tuvo que salir de gira sin autorización del Congreso.
Además de la cuestión de la Constituyente, la nueva reforma agraria que impulsan los socialistas es otra fuente de conflicto. Mientras los masistas sostienen que esta vez va a salir bien, no como en los intentos previos que sólo sirvieron para destruir la actividad agraria, los pocos productores serios del país se niegan a lo que consideran la muerte de la actividad agropecuaria.
La violencia ya apareció, con la muerte de mineros y de policías. Y aunque medio país le demuestra que no puede imponer lo que su partido quiere, Evo se emperra en llevar a Bolivia en curso de colisión con su propia historia.
1 comentario:
Hola Rubén:
En Quellón me acorde de tí, cuando ví por las noticias la marcha de los indígenas y el rechazo de la burguesía a la reforma agraria.
Lo que no entiendo es por qué dicen que la élite boliviana maneja el 70% de la tierra, cuando ellos viven en una zona que no era consideraba próspera hace 50 años, según tú artículo. A lo anterior, los indígenas practican una suerte de comunitarismo.
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