No puedo quejarme de cómo me va hoy en la Argentina. Sin embargo, soy de los pocos o poquísimos que se quejan de cómo va la Argentina. Es cierto que aumentó enormemente la actividad económica, es cierto que aumentó el empleo. Seguramente son ciertas las magníficas cifras que muestra la prensa alquilada como logros cotidianos de quienes ocupan los despachos allá, en la cada vez más lejana capital.
Porque lo que nadie con dos dedos de frente puede creer es que todo lo que ha mejorado se deba a la más mínima intervención de esta gente. Al contrario, seguramente lo que han logrado es entorpecer actividades que podrían haberse disparado, obstruir iniciativas que podrían haber prosperado, y sembrar bombas de tiempo que a la larga conspiren contra un insopechado salto con el que el país salió del abismo.
A cinco años de pasar los días más negro de la historia, si algo se ha logrado es por el trabajo y el esfuerzo de quienes laburan todos los días, en el campo, en la ciudad, en las fábricas, y en oficinas de todo el país. Por la increíble capacidad de producción de la pampa, que me hace pensarque si en los últimos setenta años se hubiera administrado con dos dedos de frente, muy, muy distinta sería la historia. Y el presente. Porque mientras un advenedizo borracho de poder comprado asegura que salimos del infierno, ahí afuera, en la calle muchos pibes siguen comiendo de la basura, cartoneando para vivir, y subsistiendo en condiciones africanas.
2 comentarios:
Rubén, si el camino al desarrollo pasara por las devaluaciones masivas, el incumplimiento de los compromisos internacionales, la ruptura de todos los contratos de la economía y los controles de precios la Argentina hace décadas que sería Suiza.
Yo creo que estamos viviendo una ilusión muy peligrosa. Si tengo ingresos por mil puedo pagar diez salarios de cien o mil de uno. Eso es lo que elegimos en la Argentina de la devaluación, ser más pobres. El país vive una serie de circunstancias internacionales extraordinariamente favorables, que hacia décadas que no se veían, con una enorme demanda por los commodities que producimos. Pero el único motivo por el que Argentina puede aprovechar esa bonanza es por las inversiones que se hicieron durante los 90. Sin esa infraestructura, en este momento no tendríamos qué vender.
En este momento nos estamos comiendo el capital a un ritmo muy preocupante. El gran problema va a venir cuando se termine y nos veamos obligados a aterrizar. Sinceramente no sé cómo vamos a hacer para volver a sincerar todas las variables de la economía, cuando nos encontremos con decenas de miles de “empleos” totalmente artificiales, de bajísima productividad, que necesariamente van a desaparecer.
Pero, por supuesto, el regalito le quedará para alguna próxima administración que deberá pagar el costo político de tratar de volver a algún grado de racionalidad. Y, por supuesto, la culpa será del “capitalismo salvaje” y del “neoliberalismo”.
¿Te acuerdas de lo bien que nos iba cuando aplicábamos recetas populistas? ¡A quién se le ocurre volver a la normalidad!
Me pregunto que sería de nuestro país, si haría una diferencia, cuántos chicos podrían comer decentemente con el dinero que George Soros y las ONGs relacionadas a IANSA invierten en desarmar a una población abandonada por un Estado nacional "que admitió" cárceles llenas, comisarías llenas, juzgados paralizados, un nivel de delincuencia de los más altos de nuestra hitoria y encima aboga por un desarme ciudadano que "amnistiará" delincuentes y tarde o temprano nos sumirá en un tipo de terror nunca antes sufrido por nuestra sociedad.
Yo ya crecí, ya no compro humo, pero lamento profundamente ver como mis conciudadanos compran cuanta baratija muestran los mercaderes que se han instalado en la rosada.
Dios nos libre de estos "jovenes idealistas" que la edad transformó "dementes demagogos"!!!!
Javier
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