19 de diciembre de 2006

Lost in translation

Hace unos años, cuando pude conocer Nueva York, me sorprendió que en las calles del tradicional Barrio Chino, hasta los carteles oficiales de prohibido estacionar estaban escritos en mandarín. También me sorprendió que los chicos negros se manejaban en un español bastante pasable, según me enteré aprendido en el barrio. Ese es un caso extremo de como en las grandes ciudades los idiomas se yuxtaponen, se mezclan y en muchos casos se fusionan.
En el país del pensamiento pequeño, donde parece vigente aquel mito de los años setenta que decía que los vecinos nos "colonizaban" a través de las radios AM, los legisladores rosarinos a falta da nada útil para dedicarse resolvieron obligar a que los carteles que tengan palabras "en idioma extranjero" lleven una traducción debajo.
La verdad, no es de extrañar, en una ciudad donde cada vez es más dificil encontrar un estudiante universitario que hable algo más que los rudimentos de rosarigasino bagasásico.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es ridículo...y bueno, ¿qué le hace una ley absurda más a un país absurdo? y digo país, porque como se viene viendo con otras leyes y proyectos, los conceja...perdon, legisladores de la ciudad de Buenos Aires adoran nutrirse de la más variopinta legislación y copiarla para que sea de aplicación en la ciudad y de allí subsiguientes municipios imiten su conducta. Es todo un ciclo: de Rosario a Bs As, y de ahí a Córdoba y Mendoza y resto del país.

Carlos dijo...

Rubén,
Recuerdo que en los años '80 durante la presidencia Francois Mitterrand, un ministro defensor del acervo cultural galo, sacó una ley que si mal no recuerdo prohibía negocios con nombres extranjeros y gansadas por el estilo. Yo he vivido y estudiado en Francia y siento una gran admiración por ese país y por lo que fue su cultura. El problema es la Francia actual que se niega a reconocer su relativa decademncia y hace pavadas para, por ejemplo, librar "losing battles" contra el avance irresistible del idioma inglés en perjuicio del bellísimo pero cada día menos importante idioma francés.

Recuerdo también que Jorge Asis, que volvía de París luego de ocupar el cargo de Embajador ante la UNESCO, propuso hacer algo parecido en la Argentina, cosa rara en un tipo vivo e inteligente como el "Turco" que tuvo que sufrir las burlas de medio Buenos Aires.