En una Argentina donde el Estado de Derecho es (Lucho dixit) tan inexistente como la Armada Boliviana ya no hay nada para asombrarse.
Basta con asumir que hace bastante que la República fue asaltada por una banda que hace y deshace sin control alguno, entonces las situaciones como las que se están viendo, en las que el Néstor reta en público a los jueces porque no se ocupan de lo que a él le interesa, y donde una diputada les pide a esos mismos jueces que se aparten de sus cargos para "facilitar la tarea", se hacen parte de la escena donde una institucionalidad ficticia, compone la historia de la desintegración del imperio de la ley en estas pampas.
Mackinlay -con más precisión que la mía- dice los suyo al respecto.
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