9 de marzo de 2007

Texto viejo, fotos nuevas

En noviembre de 2005 publiqué un artículo en El Iberoamericano, que se llamaba Alianza de Destinos, y analizaba las distintas actitudes de la política exterior brasileña y argentina en la Segunda Guerra y planteaba que la cosa parecía destinada a repetirse.


Dos fotos del día me dieron la razón. Ahí van, con lo que escribí entonces:


"Hoy, tal vez la división que se plantea en el mundo no es tan clara como la de 1942. Pero nuevamente es tiempo se tomar decisiones. Esta vez nadie puede declararse “no beligerante”. Quien no decida por un lado, quedará automáticamente del otro"



"... Brasil, parece que ya ha hecho su elección, honrando el mismo pragmatismo, y la misma alianza de destinos que abrazó hace sesenta años"



"Argentina, otra vez, parece que va a tomar la decisión más fácil, la que a la corta paga mejor, pero que a la larga no hace más que mostrar que renunciar a los compromisos a nivel internacional solo sirve para consolidar el camino de la intrascendencia. "


5 comentarios:

Anónimo dijo...

En un libro leía que fue la decisión de no aliarse firmemente con los países occidentales luego de la WWII, lo que nos terminó por llevar a la mediocridad generalizada que ahora viivimos.

El buscar esa "tercera posición" con países recién creados y diversos populistas, nos terminó por atrasar mucho tiempo.

Ahora seguimos en la misma.

Anónimo dijo...

Aunque el imbécil K no se de cuenta, nos está untando a todos los argentinos enla mierda bolivariana.

BlogBis dijo...

Cierto anónimo. y anuque nos quieran convencer que es ideológico, la verdad es que como en la película es "por un puñado de dólares"

Sine Metu dijo...

¡¡¡Basta de "parece que"!!!

Ya somos oficialmente parte del eje del mal.

¿Qué más pruebas necesitás?

Carlos dijo...

A los dólares que menciona Rubén hay que agregarles el resentimiento. Yo no me canso de destacar ese factor que influye en la relacion de la Argentina con todos los países, sobre todo con los exitosos cuyo ejemplo máximo es EEUU.

A los argentinos, que somos un pueblo miserablemente fracasado, nos llena de odio que a otros les vaya bien. El problema es que en vez de buscar las razones de ese éxito y adoptarlas, los atacamos irracionalmente como si quisiéramos hundirnos cada vez más en la caca para poder quejarnos más y odiar más.

Salvando las distancias, nos parecemos al terrorista musulman pobre y atrasado que quiere destruir al Occidente rico y próspero.

Es un problema de sentimientos, un estado del alma, imposible de resolver mediante el uso de la lógica. Es la esencia del pensamiento peronista y, por supuesto, de toda la izquierda y esa grotesca extrema derecha populista y antiliberal que en Francia se encarna en gente como Jean-Marie Le Pen y José Bové. Zapatero es una versión izquierdosa y carente de pricipios de ese antiliberalismo.

"Le cœur a ses raisons que la raison ne connaît point" dijo el bueno de Pascal