16 de mayo de 2007

Pasaje a la India



La última vez que tomé un tren interurbano en Buenos Aires, me tocó ir en el último vagón, en un asientito que enfrenta a las ventanillas traseras. Durante el viaje a Retiro me puse a observar el estado en que se encuentra la infraestructura del servicio: las señales, los puentes, pasarelas y la gran mayoría de las estaciones están como las dejaron los ingleses, en el 46.

Cincuenta años de administración estatal, y una década y pico de concesión en el extraño sistema en el cual la empresa en lugar de pagar cánon cobra subvenciones, han hecho poco y nada para mejorar el servicio, pero ha dado tela para que más de un funcionario y unos cuantos empresarios amigos del poder se llenen los bolsillos sin arriesgar un peso.

No es que nuestros fantásticos dirigentes no se hayan exprimido los sesos para cambiar la situación. Al contrario. Han inventado extraordinarios aportes a la historia del transporte sobre rieles, como el Tren Blanco, un avanzado servicio roll-on/roll-off para los emprendedores del reciclado urbano, y han logrado servicios en tiempo récord como el Gran Capitán que recorre 1.800 kilómetros entre Buenos Aires y Posadas en apenas 46 horas.
Mientras la irrealidad hace soñar con trenes bala, la verdad del sistema ferroviario la hace parecer cada día más a la de la India, o Pakistán donde cada dos por tres, las estructuras que tambien dejaron los ingleses se caen por el abuso y la falta de mantenimiento.

1 comentario:

Sine Metu dijo...

I'm Douglas Fairbanks!!!!

(lo único que me acuerdo de la película)