El Cerro Rico de Potosí fue el corazón minero del Alto Perú. De los socavones bajo su superficie salió buena parte del metal que se mandaba a España vía Buenos Aires, justificando el nombre del Río de la Plata.
Entre 1550 y 1780 miles de indios sometidos al régimen de la mita extrajeron unas 45.000 toneladas de plata. Después se sumaron esclavos negros, unos 2.000 por año.
Después de languidecer años, al acabarse los filones de plata, ahora Potosí ve resurgir una fiebre minera, impulsada por los elevados valores del estaño, pero no hay ni mita ni esclavos, sino un régimen de cooperativas que explotan zonas adjudicadas por el gobierno boliviano.
Estas cooperativas trabajan sin ningún control, sin planificación, y sin las menores medidas de seguridad. Jóvenes, mujeres y chicos trajinan en jornadas de hasta 18 horas diarias. Por mes, sacan del socavón unos veinte muertos.
Eso sí, la culpa, seguro, seguro, es del imperialismo.
1 comentario:
Me extraña, es preferible morir de pie que vivir de rodillas. Mueren contentos, mueren con Dignidad.
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