8 de octubre de 2007

Al final, un mundo sin periodistas

Esta mañana, haciendo tiempo, me di una vuelta por una librería "de viejo", como dicen en España, aunque en los últimos tiempos acá más que libros usados venden lo que los yanquis llaman "New Old Stock", o sea libros que han bajado de las mesas de los más vendidos y a los que estos negocios les dan una seguna oportunidad.

Ahí, entre números atrasados de National Geographic, colecciones de clásicos editados por diarios, y títulos sicoanalíticos pasados de moda, me encontré con un título de Horacio Verbitsky dedicado a la relación de Menem con la prensa.

El título es Un mundo sin periodistas, y es el libro que en Página/12 reseñan: "Las duras batallas que el periodismo independiente libró para purificar la democracia, denunciar la corrupción política y limitar los excesos del poder son ya un capítulo ineludible de la historia argentina moderna. Horacio Verbitsky, paradigma del periodismo de investigación, narra esa lucha (...) y lo hace aportando datos, documentos y la mirada inconformista y rigurosa que lo caracteriza."
Creo que de todas las cosas que se le pueden achacar al gobierno del Carlo, lo de presionar a la prensa es lo que menos le cabe, sobre todo a la luz de lo que se ha visto en el país desde 2003. Hoy no queda un programa político en TV abierta, los "comunicadores" de los 90 -incluídos los más críticos al gobierno de entonces- desaparecieron del aire y fueron arrinconados en el cable. No queda un programa de humor que se le anime ni al presidente, ni a la Reina KK, ni a ninguno de sus secuaces.
Y detrás de la oreja de un Poder que se jacta de gobernar sin la prensa, como un Pepe Grillo resentido y vengativo, les da letra el mismo "periodista", poniendo la medida justa de qué responsabilidad le cabe a su gremio en esta degradación final de las instituciones en la Argentina.

2 comentarios:

Cogito Argentum dijo...

New Old Stock creo que es un termino que Luigi no conoce. ;)

Anónimo dijo...

Verbitsky. Ponebombas fallido, lameculo de los milicos, prohombre de la progrecracia, y ahora ideólogo de los montoneros recargados. Y sigue hablando desde el púlpito de los nuevos padres de la patria.