Ayer se supo que Álvaro Uribe suspendió abruptamente el proceso de negociación que Hugo Chávez había iniciado para lograr la liberación de los secuestrados -mucho de ellos desde hace 10 años- en poder de las FARC. Todo el operativo arrancó con el propio Huguito ofreciendo sus gestiones -algunos dicen que buscando chapa para un Premio Nobel de la Paz- con muestras evidentes de más amistad con la guerrila que con el gobierno colombiano, que se bancó estoicamente a unos cuantos jefes terroristas paseándse en uniforme militar en Venezuela.
Desde que se iniciaron los contactos para la liberación de los secuestrados, cuando no estaba Chávez en el medio, el gobierno se plantó en que no iba a admitir crear zonas liberadas o "despejes" para las FARC, a la luz que ese procedimiento fracasó previamente.
Además de que las pruebas de vida no aparecieron nunca, dejando al payaso de camisa colorada pintado ante Sarkozy, una de las condiciones impuestas a Chávez para negociar era no establecer contactos directos cn los militares colombianos.
Huguito, acostumbrado a hacer lo que se le canta, no sólo llamó por teléfono al comandante del ejército colombiano, sino que además le propuso arreglar el "despeje" que desde el principio buscan las FARC.
Payaso triste, se queda sin Nobel. Y sigue sumando "éxitos".
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