Alguna vez dije por acá que la crisis boliviana parecía asintótica. Cada vez la situación se deteriora un poquito, aunque el punto cero no llega nunca. El asunto es que la historia enseña que hay momentos en que las situaciones semejantes no se prolongan eternamente, aunque en el caso boliviano el desenlace parece no ocurrir nunca.
En el peor momento de la vida institucional del país, en lugar de aparecer un piloto de tormenta capaz de negociar los intereses del oeste andino y empobrecido con los del oriente pujante y abierto al mundo, les toca tener al Ekeko Morales, convencido que el respaldo del payaso de Caracas y las bendiciones de los sacerdotes indígenas son suficientes para dominar a medio país harto de centralismo político. Hoy de nuevo entre gallos y medianoche el partido oficialista aprobó un llamado a consulta para aprobar la constitución que se hizo a su medida, en una sesión donde la oposición fue corrida a palazos y escupidas por una murga de indios, que cree que eso es democracia.
El resto de América, el resto del mundo, mira para otro lado o sonríe benevolente al ver que el "hombre nuevo de los Andes" busca su organización. Cuando se den cuenta, va a ser tarde y la única salida va a ser mandar cascos azules.
2 comentarios:
Rubén, cada día que pasa me voy convenciendo de que la situación de Bolivia está entrando en un punto de no retorno y que es cuestión de días en ver quien prende el fósforo que haga explotar todo.
¿Será como yo pienso? ¿Y como vos pensás?
Andrés
Efectivamente, Andrés creo que falta solo el "casus belli" para que todo explote
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