Desconocimiento y grosero error de cálculo

En 1890, los que serrucharon la establidad del gobierno del Juarez Celman fueron los colonos que se haían sumado al boom de la época, el trigo. Mayormente estaban rdicados en Santa Fe y Córdoba, con apenas algunos en Buenos Aires, que entonces seguía la tradición ganadera que la caracterizó todo el siglo XIX.

En los últimos 20 años, las protestas de los sectores agropecuarios siempre fueron acotadas a regiones o sectores. O los lecheros, o los productores de granos, o los productores de carne.

La extensión y profundidad urbi et orbi de la actual sublevación del campo tiene una explicación básica en que además de la saturación de la gente que viene padeciendo desde hace 4 años las payasadas de los "controles de costos" en la leche y la carne, es la extensión de la "Revolución Sojera" que vive la Argentina.

El hecho de que en lotes antes cuasi improductivos, o con pasturas se haya implementado el cultivo de la oleaginosa es una realidad que va más allá del la "sojización nefasta" que pretende ver el gobierno desde su óptica ideologizada, y que a esta altura creo que representa un cambio en la estructura productiva del país sólo comparable a la apertura de colonias agrícolas después de la llegada del ferrocarril. Un fenómeno que lleva décadas y que ha incorporado al mercado internacional a miles y miles de productores desde Salta a Santiago del Estero o Chaco, y a los que ahora en su supino desconocimiento de la realidad nacional la dirigencia se ha atrevido a desafiar. Creo que Cristina, Néstor, Lousteau, y toda la cáfila que los secundan han finalmente pisado el palito de su propia ignorancia.

Mientras tanto los únicos que vienen sumandose a las huestes del gobierno en su predecible discurso son los capitostes del Gran Buenos Aires, ese cáncer improductivo y consumidor de recursos que la política mantiene con el único objeto de alimentarse del voto clientelístico que mantiene al sistema funcionando.