25 de marzo de 2008

Escenas de la lucha de clases en la Argentina decadente

(Recibido por E-mail)

Sectores productivos enfrentan la acción depredadora de la burocracia gobernante

Finalmente el campo se hartó de tanto atropello fiscal, de tanto ninguneo social y de tanto patoteo oficial.

Los productores agropecuarios, los prestadores de servicios afines y las familias del interior; en suma, el pleno de la comunidad rural, terminó cansándose de tolerar las expropiativas exacciones tributarias que les imponen.

Agricultores, chacareros, ganaderos, estancieros y campesinos están hartos de la brutal prepotencia con la que son tratados por parte del poder central, ávido por apoderarse de cuanto recurso generen las actividades productivas, de modo de financiar la red de clientelismo que le sirve de sostén político-electoral y para distribuir prebendas a manos llenas entre la burguesía kortesana y la corporación sindical facinerosa.

El conflicto no es campo versus ciudad; no es campo versus industria; tampoco es un combate en contra del proceso inflacionario en ciernes, como pretenden presentarlo tanto los voceros oficiales como el periodismo cómplice.

El conflicto está definido entre quienes generan genuina riqueza con su esfuerzo, su trabajo y sus empresas, y el accionar perverso de diversas capas parasitarias que, agazapadas en los pliegues del elefantiásico Estado –depredador, dilapidador, ineficiente y corrupto- se apoderan de los resultados de la actividad económica apelando a la prepotencia impositiva, a la intimidación política y a la expropiación del patrimonio productivo de la sociedad argentina.

Para ello, cuentan con la complicidad del Congreso Nacional, cuyos principales integrantes participan frívola y obedientemente del perverso estilo institucional vigente que está llevando a la extinción de los mecanismos republicanos y socavando el modelo democrático. Junto a legisladores oficialistas y “opositores” cooptados con el dinero del Erario público, también se extingue inexorablemente el sistema federal de gobierno, a merced de gobernadores e intendentes obsecuentes y timoratos que han renunciado a las obligaciones constitucionales asumidas con sus respectivas ciudadanías provinciales y municipales, mientras consienten que el poder unitario central esquilme las producciones regionales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé quién escribió esto, pero va al meollo de la cuestión.
Impresionante.
Es hora dedespertar a este pueblo anestesiado y timorato.

Raúl