"Al que no le resulte preocupante que a uno de los líderes del sindicato con más poder de la Argentina lo liquiden en una cochera, está mirando otro canal."
Con esas palabras, el 28 el noviembre del año pasado comentaba acá el asesinato de Abel Beroiz, el tesorero del gremio de los camioneros, cuando intuía que el hecho era un regreso a la época en que las internas sindicales se dirimían a balazos. Ahora que el asesino confesó que le pagaron para liquidarlo, y que se supo a su vez que buscaban callar al asesino la cosa va en tren de confirmarse.
Ahora el que está viendo otro canal es el que no se preocupa al observar que todo esto sucede en el corazón del sindicato en el que se apoya el gobierno K para controlar a todo el gremialismo, el mismo sindicato que cada año recibe 65 palos verdes del gobierno es subsidios.
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