Quien haya seguido la serie de posts que le vengo dedicando a la crisis en Bolivia se acordará que varias veces la califiqué de asintótica: se pone siempre peor, pero nunca toca fondo. Viene así desde las revueltas populares que eyectaron a un par de presidentes, y con la llegada de Evo no cambió la tendencia. Después de un tiempo en que se confió en que el diálogo -imposible por el cretinismo de los tardocastristas/indigenistas- podía encauzar las diferentes expectativas que sobre el país mismo tenían distintos sectores de la población.
Ahora parace que el momento de decisión está acercándose. El 4 de mayo Santa Cruz va a votar si pone en vigencia su estatuto autonómico, que el gobierno central intenta impedir a toda costa.
Ayer la Iglesia prendió las alarmas advirtiendo que advirtió que "la búsqueda del diálogo entre el Gobierno y los sectores de oposición se torna imposible, debido a las señales de desconfianza recíproca, las presiones y la violencia que son ejercidas por los actores políticos en disputa".
Morales al fin y al cabo demuestra que no estaba a la altura de las circunstancias, ya que en el momento en que distintos proyectos de futuro colisionaban, en lugar de buscar la armoía intentó imponer su receta anacrónica y partidista.
Alguno por este lado de la frontera debería tomar nota.
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2 comentarios:
Dónde están ahora todos los idiotas en todo el mundo que aplaudían el nuevo salto al vacío de Bolivia de la mano de este esperpento. ¿Se harán cargo alguna vez del daño que hacen?
Esa gente nunca se hace cargo de nada, Luis. Van a decir que Morales era un Jefferson indio y el Imperio le impidió gobernar.
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