20 de junio de 2008

Monumento a la Bandera

Llego del acto en que la República de Estanislandia realizó un homenaje al creador de la Bandera Argentina, país este del que formó parte hasta su secesión.
Frío y poco público.
He presenciado estos actos desde chico, cuando todavía Rosario pertenecía a las Provincias Unidas.
Mi primer recuerdo es cuando mi viejo me llevaba upa sobre sus hombros.
Luego participé como primer escolta de la bandera del Colegio Marista, en 1977, cuando todos los colegios de Rosario enviaban a sus abanderados a participar del acto, tradición que se perdió por completo.
Algunos años iba, otros lo miraba por televisión, otros años ni siquiera eso, pero siempre tuve un cariño especial por esta fecha patria, que es la más localista de la ciudad.
El año pasado me tocó estar en el palco oficial, con Kirchner, Cristina candidata, varios ministros nacionales, el gobernador Binner, y el intendente Lifschitz, entre otros.
Debo reconocer que en ese momento los K tenían sus seguidores.
Este año, con el problema del campo y sus consecuencias políticas, también estuve en el palco, pero abajo en la calle no había prácticamente nadie. La barrera que se ubica habitualmente sobre el monumento tenía una sola hilera de gente.
La continuación de la barrera hacia el sur también, pero en este caso habían enviado a la policía, superabundante debido a los amagues incumplidos presidenciales y del piquetero paramilitar D'Elía, que prometían quilombo a rabiar.

Enviada del gobierno argentino vino su ministra de salud. La ex hormiguita Ocaña.
Para variar la señora (o es señorita?) llegó tarde y se apareció con un pequeño séquito de parásitos mientras Miguel Lifschitz decía su discurso.
Antes había hablado el Arzobispo de apellido irlandés.
Luego habló Binner.
Los tres discursos medidos, sensatos y esperados.
Nada del otro mundo pero con elegantes mensajes a la Capital Federal.
No hubo más aplausos que los de protocolo, y tampoco abucheos.
Es que prácticamente no había nadie para aplaudir o abuchear.
Me pregunto dónde estarían los empleados provinciales y municipales que tuvieron asueto para poder asistir.
Luego medito: Qué bueno! Si los empleados públicos no tienen la obligación de ir al acto es que algo pasa en la República de Estanislandia diferente a las costumbres de la Argentina que llena plazas con ganado a $100 y un choripán.
Saqué fotos. Pero como no tengo el cable para bajarlas (cámara prestada por BlogBis) se las debo para más tarde.

Otra perlita: Todos los años desfilan los abanderados de las diferentes asociaciones de colectividades extranjeras en Rosario. Este año llegó el mensaje de no participar debido al riesgo que representaba la venida de la Fernández de K y los trogloditas de D'Elía. Ayer, y antes de que se conociera la decisión de la cerda de mudar el monumento a Quilmes (donde seguramente los trogloditas se ahogarán en cerveza) llegó un nuevo mensaje directamente de la gobernación que aseguraba tranquilidad e instaba a participar. De las cerca de cuarenta asociaciones sólo participó un puñado. No más de 10 banderas extranjeras.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me hizo recordar mi niñez y los desfiles en la plaza de Lomas.

Nice post... Truly.

Sine Metu dijo...

Finalmente llovió y en menos que canta un gallo le armaron el circo en Hurlingham.
Patético