17 de junio de 2008

Rigidez

Se dice que los sistemas rígidos muestran fortaleza hasta que con un pequeño golpe en el lugar adecuado se logra derrumbarlo.

Los sistemas flexibles se adaptan a su entorno y logran sobrevivir más tiempo.

Eso se aplica a todo en la vida cotidiana y los gobiernos no estan exentos de ello.

Un mal gobierno con pésimas perspectivas como el de Fernando de la Rua consiguió sobrevivir dos años. Cambió ministros, jefes de gabinete y perdió su vicepresidente en el camino. Intentó ser flexible pero no pudo con el peso que tenía sobre sus hombros y con su propia torpeza. Su derrotero se vio agotado luego de la situación surrealista de concurrir a las elecciones de renovación parlamentaria sin candidatos que lo apoyaran.

El gobierno de Cristina Kirchner, que tal vez esté en sus últimos días, está sufriendo las consecuencias de su extrema rigidez. Mantener los ministros a rajatabla, no negociar un ápice de sus medidas, reafirmar sus decisiones hasta la última instancia, batallar hasta tener el enemigo postrado a sus pies.

Esa receta lo ha llevado a esta situación en apenas séis meses y luego de hacerse cargo del poder con más del 40% de apoyo electoral.

Muchos recordamos cómo de un día para el otro dejó de existir la Unión Soviética. Aquel temible imperio stalinista que hasta el día anterior de su defunción dominaba Europa Oriental, mantenía un imponente sistema de misiles nucleares y enviaba gente al espacio.

Un buen día casi no tenía dinero ni para bajar a sus astronautas de sus órbitas.

Los sucesos de estos días en Argentina me recuerdan, salvando las distancias, a los de la caída del comunismo hace 20 años.

La rigidez total impone, pero un buen día sosprende con su catastrófico derrumbe y muchos terminan preguntándose qué pasó mientras observan los restos humeantes de lo que antes parecía ser un gobierno poderoso.

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