El peronismo tiene una obsesión por la lealtad que se destaca aun más cuando se la constrasta con el poco interés por la institucionalidad, el respeto a las leyes y los derechos individuales.
El voto del vicepresidente Cobos, desempatando en contra del gobierno y dejándolo muy lejos de aquella venerada lealtad, exacerbó los ánimos de los oficialistas contra el segundo de Cristina Kirchner.
Debería aprender esta gente que la historia la hacen los traidores.
Recuerdo que mi padre, español él, solía cuestionarme lo que me enseñaban en el colegio diciéndome que San Martín era un traidor. Nacido bajo bandera española y miembro del ejército ibérico había acabado empuñando su sable contra sus orígenes. ¿Cambia nuestra noción de la historia argentina el reconocer ese hecho? No.
Los traidores de nuestros enemigos son nuestros héroes.
Los grandes cambios suelen venir desde adentro. Gorvachov, el Rey Juan Carlos fueron producto originario de los regímenes que luego acabaron destruyendo. ¿Son acaso repudiables por su traición?
Ahora le toca el turno a Cobos, que habiendo prometido un voto positivo acabó dándose vuelta en el camino para pronunciar un tibio "no" que terminó tronando en todo el país.
Seguramente el papel de este hombre es mucho más humilde que el de los mencionados arriba.
Pero viendo el entorno de donde proviene y la gente a la que ha acompañado el hecho de que lo llamen traidor es un enorme elogio.
1 comentario:
Voy a acmbiar el viejo dicho: "el que traiciona a un traidor tiene 100 años de perdón"
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