Kevod Haberiot

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Críticos y partidarios de la eutanasia criticaron por igual en Australia la publicación en Internet del manual 'Peaceful Pill Handbook' -Manual de la píldora de la paz- prohibido en su versión impresa por las autoridades porque favorece la instigación al suicidio.
La iniciativa fue condenada por irresponsable, por temor a la falta de cuidado en la publicación de técnicas de suicidio, y por el riesgo de que puedan ser usadas para homicidios.
'The Peaceful Pill Handbook' fue puesto en Internet desde Londres -para eludir las leyes australianas- por el médico activista pro eutanasia Philip Nitschke -coautor del manual- que proporciona instrucciones prácticas y detalladas sobre cómo suicidarse de manera indolora y sin asistencia médica.

Ansalatina

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Las necesidades imperiosas del cuerpo perturban al espíritu.
El hambre, la sed, el dolor...
Por su parte, las necesidades imperiosas del espíritu perturban el cuerpo.
La angustia, la soledad, la tristeza...
Lo espiritual es maravillosamente extracorpóreo, pero tiene un lazo que se corta del todo solamente con la muerte.
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La eutanasia voluntaria, en tanto y en cuando procure poner fin a una agonía terminal atroz, o a una mayúscula e irreversible indignidad, independientemente de lo que afirman prácticamente todas las religiones, parece tener una lógica invencible.
Yo soy una defensora inclaudicable de la vida, principalmente de la de los otros.
Pero me inclino a apoyar la eutanasia voluntaria y con recaudos serios -desde una moral sin dogmas- y no lo veo a eso como una contradicción, porque en estos casos se trata de respetar la voluntad del titular de la existencia, y en circunstancias excepcionales.
Lo he meditado largamente.
Y creo que la misericordia tiene que prevalecer al sacrificio.
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Ahora bien, la posición del judaísmo respecto de la autanasia es aparentemente bastante rígida por la negativa:

Génesis 9:5 Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre.

Esta minuciosa prohibición del homicidio es una frase que puede resultarnos redundante.
La expresión 'de la mano del hombre' declara al hombre culpable de la muerte de su semejante.
¿Para qué reiterar 'de la mano del varón su hermano'?
Porque aunque el asesinato es la antítesis del amor fraternal, en algunas circunstancias excepcionales el hecho de quitar la vida a un semejante puede llegar a percibirse como un acto de amor.
La eutanasia -impulsada por el deseo de poner fin a un sufrimiento insoportable- no nace del odio y del rencor sino de la preocupación y de la compasión.
Y es precisamente aquel quitar la vida, bajo circunstancias excepcionales en las que resulta obvio y manifiesto que el perpetrador actúa solamente motivado por sentimientos de amor, piedad y misericordia fraternal, es que la Torá consideró necesario igualar en la demanda.
A pesar de la intención noble que impulsa esa actitud, la muerte por misericordia queda así prohibida, como una intervención no admitida en un área que debe ser regida tan solo por Dios.
La vida del hombre puede ser reclamada solo por Él.
Mientras que al hombre le es concedida la 'chispa de la vida', él no puede asumir el rol de apresurar la llegada de la muerte, no importa cuán incomprensible, desesperanzada y carente de sentido puede resultar la prolongación de la existencia a los ojos de la imperfecta sensibilidad humana.
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Pero -como para casi todo- afortunadamente hay suficientes resquicios en los eufemismos hebreos:

El término hebreo que define a la eutanasia es המתת חסד que significa 'muerte placentera'.
Aparece varias veces en el Talmud, pero siempre en relación con la tarea de reducir al mínimo la angustia de los criminales antes y durante su ejecución, y nunca en el sentido de deliberadamente apresurar el fin de una persona que muere por causas naturales.
Pero también está en el Talmud la bellísima historia de la muerte del Rabino Judah el Príncipe -editor de la Mishná y el más destacado estudioso de su época- que cuando se hizo inminente, sus discípulos se reunieron en torno a su lecho y rezaron por su recuperación.
Pero una de sus sirvientas -consciente de lo intenso que era el sufrimiento de este hombre sabio, y lo inútil que sería prolongar su vida- arrojó deliberadamente un cántaro al suelo: el ruido atrajo la atención de los discípulos, quienes por el alboroto dejaron de rezar, y entonces instantáneamente el rabino murió...
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Creo que la eutanasia está dentro del campo de las decisiones personalísimas, y no se si es válido opinar en abstracto.
Pero si alguna vez te toca vivir algo relacionado y tenés dudas -pienso que sería lo normal tenerlas, y muchas- y creeés que te será útil podés hacer una consulta.
Podés recurrir a un rabino, que como siempre te va a dar una sugerencia, no un dictamen, porque las decisiones de lo que hagas en la vida siempre son tuyas.
El rabino te dará solamente su opinión.
Entonces te dirá, por ejemplo: 'entiendo tu planteo, la tradición judía te sugiere que sí, pero será tu decisión, no olvides que nadie te está diciendo hacé esto o aquello', o viceversa.
¿Porqué es así?
Porque hay un precepto rabínico que declara: 'no podés juzgar a tu prójimo hasta que vos estés en el mismo lugar que él, en su misma situación'.

Y porque la ley judía tiene reglas generales, pero a su vez es una ley personal.

La palabra hebrea para dignidad es Kavod, que equivale también a gloria, honor, esplendor, majestad, riqueza.
Kavod es ante todo uno de los atributos de Adonai.
En el lenguaje del Talmud, Kavod pasa a humanizarse en la expresión Kevod Haberiot -el honor y la dignidad del hombre.
'Él adornó al hombre con dignidad y majestad' (Salmo 8)