2 de noviembre de 2008

Mevaseret Sión


Según mi opinión, no existe ninguna cosmovisión judía en el sentido filosófico de la palabra.
El judaísmo me parece casi exclusivamente una posición, una actitud moral con respecto a la vida.
Creo que es más bien el resumen de los conceptos de la vida, encarnados en el pueblo judío, que el contenido de los preceptos y leyes expuestos en el Pentateuco e interpretados en el Talmud.
Los dos constituyen para mí los más importantes testimonios para el gobierno de la concepción judía del mundo, en los tiempos antiguos.
La esencia del concepto judío, según mi parecer, es la siguiente: la afirmación de la vida en todos los seres.
La vida de cada individuo sólo tiene sentido si está al servicio del embellecimiento y la nobleza de todo lo existente.
La vida es sagrada, esto significa que es el supremo valor, del que dependen todos los demás.
La santificación de la vida supraindividual trae consigo la estimación suprema de todo lo espiritual -todo ello constituye un rasgo especialmente característico de la tradición judía.
El judaísmo no es un dogma frío.
El dios judío es sólo la negación de la superstición, un resultado imaginario de su eliminación.
Es también una tentativa de fundar sobre el miedo una ley moral, que no deja de ser una tentativa lamentable y deshonrosa.
Sin embargo, me parece que la profunda tradición moral del pueblo judío se emancipó en una medida muy considerable de ese temor.
También es claro que el 'servir a Dios' fue equiparado con el servir a los seres vivientes'.
A favor de esto han luchado incansablemente los mejores espíritus entre el pueblo judío, en especial los profetas, y Jesucristo.
Resulta así que el judaísmo no representa ninguna religión de carácter trascendente: se relaciona sólo con la vida que vivimos, palpable en cierto modo, y no aspira a otro fin.
Por ello me resulta dudoso que pueda llamársele 'religión', en el sentido corriente de la palabra, puesto que del judío no se requiere ninguna 'creencia', sino la santificación de la vida, en el sentido suprapersonal.
Pero aún hay algo más en la tradición judía, que se manifiesta en algunos de los salmos.
Es una alegría embriagadora, la admiración de la belleza y de la sublimidad de este mundo, del que el hombre sólo puede percibir una ligera imagen.
Es el sentimiento del que extrae su fuerza espiritual la verdadera investigación científica, que también parece poder exteriorizarse en el cantar de los pájaros.
Y en este sentido, el vínculo con la idea de Dios sólo se manifiesta como un candor infantil.
¿Es característico del judaísmo todo lo que acabamos de exponer?
¿Vive también en algún otro pueblo, bajo distinto nombre?
En forma pura no vive en ninguna parte, ni en el judaísmo, donde el exagerado culto de la letra ha eclipsado y oscurecido la doctrina original.
Pero, no obstante, yo veo en el judaísmo una de sus más vívidas y más puras realizaciones.
Y ello es especialmente válido para la base de esta cosmovisión, que reside en la santificación de la vida.
Es característico que en el precepto de guardar asueto y santificar el día sábado, fueron incluidos también, de manera expresa, los animales
de trabajo: hasta tal punto se sentía como un ideal la exigencia y la necesidad de solidaridad entre todos los seres vivientes.
Más fuerte aún es la expresión del requerimiento de solidaridad de todos los hombres, y no es mera casualidad que las reivindicaciones socialistas hayan sido planteadas, en su mayor parte, por judíos.
Pero, hasta qué grado se eleva la conciencia de la santidad de la vida en el pueblo judío, se pone de manifiesto de manera muy hermosa en una pequeña frase que pronunció Waher Rathenau durante una conversación que sostuvimos los dos: 'Cuando un judío dice que va por placer a una partida de caza, no le crea: es mentira'.
Es imposible dar una expresión más sencilla del concepto de la santidad de la vida, que la que vive el pueblo judío.

Este es mi pueblo

...
Torá sin jesed (benevolencia) no es Torá. La Torá de la mujer es el jesed.
Como está escrito en la Torá: 'Moshé ascendió a D'os y Él lo llamó desde la montaña diciendo: Así dirás a la casa de Iaacov y relatarás a los hijos de Israel' (Shemot 19).
Al decir 'la casa de Iaacov', el versículo se refiere a las mujeres, y al decir 'los hijos de Israel', se refiere a los hombres.
Además, al referirse a la casa de Iaacov la Torá dice 'así dirás', mientras que respecto de los hijos de Israel, el texto dice 'relatarás'.
Y esto nos enseña que a nosotras se nos debe hablar con una voz suave, y no en forma dura y firme, porque somos más sensibles.
En verdad, no es necesario hablarnos con un tono de voz fuerte o estricto porque somos delicadas y fuimos educadas para agradar, y es por eso que podemos entender las cosas de esta misma manera, y un tono de voz suave es suficiente para que nosotras comprendamos.
Pero si todo el propósito de Moshé al hablarnos fue pedirnos que aceptemos la Torá... ¿por qué fuimos mencionadas primero?
Estas palabras no se refieren sólo a la aceptación de la Torá sino que tienen un significado oculto.
Lo que nos transimitió fue nuestra misión, nuestro propósito en la vida.
A nosotras se nos dijo que seríamos las que transmitiríamos el mensaje.
Tendríamos que hacernos cargo de ser las maestras de nuestros niños.
Y ésta es la razón por la cual nos habló primero, dándonos prominencia, porque las enseñanzas de una mujer significan mucho más para cualquier niño que las de un hombre.

'Eleva tu voz poderosa... clama sin miedo' (Isaías 40:9) dice el profeta, en una exhortación realizada a la mujer, porque inusitadamente la mensajera de Sión (Mevaseret Sión) es una figura femenina, y al mismo tiempo, las Escrituras nos recuerdan 'Déjame oír tu voz porque tu voz es dulce' (Cantar de los Cantares 2:14).

Indestructible y dulce es mi fe.

4 comentarios:

MarcosKtulu dijo...

Anoche en el ciclo "historia en el cine" del canal Encuentro pasaron una película húngara sobre la Shoa, muy buena. Sin destino se llama. Es dura, como la historia del protagonista, pero te la recomiendo por si agarrás la repetición.

Rāḥēl Reznik dijo...

Sorstalanság!
Creo que está basada en la novela de Imre Kertész.
Muy buena!
:)

Rāḥēl Reznik dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Julio Rougès dijo...

Recomiendo la lectura de un un libro de Santiago Kovadloff llamado "Lo irremediable. Moisés y el espíritu trágico del judaísmo".