18 de enero de 2009

Kabbalah

De acuerdo a las fuentes cabalísticas, los hombres provienen de Z'A, y las mujeres de Maljut.
Lo que sigue es la perspectiva judía a las diferencias que existen entre hombres y mujeres.
Para entenderlas, se hace necesario recurrir a la Torá para saber cómo fueron creados.
En el sexto día de la creación, Di-s creó a Adam, el primer hombre, a su imagen.
La Torá nos enseña que Di-s no es un ente físico y por tanto cuando se refiere a -la imagen de Dios- claramente no está hablando de un cuerpo físico.
Sin embargo, la comprensión de la actuación de Di-s en el mundo, nos dice algo sobre Él.
Sobre la base de estas acciones, los Sabios han clasificado varias 'sefirot' o emanaciones divinas de carácter infinito de Di-s.
Existen siete de estas emanaciones: bondad, severidad, armonía (verdad), triunfo, gloria, fundamento y reinado.
Cuando Di-s creo a Adam le dio el mismo poder que Él tenía, creándolo así a su Imagen.
En realidad, eso está insinuado en el propio nombre de Adam, cuya raíz hebrea proviene de 'domé' que significa 'similar a'.
Así Adam, el hombre de abajo es similar a Di-s, el Ser Superior de arriba.
En la terminología cabalística, las primeras seis emanaciones reciben el nombre de Zeer Anpin (cara pequeña) y se le refiere con la abreviatura Z'A.
Z'A está relacionado con el aspecto externo de Di-s pero es justamente el que se relaciona directamente con la creación física del mundo.
La literatura cabalística se refiere a Z'A como la dimensión masculina de Di-s y a Maljut como la dimensión femenina de Di-s.
Cuando Di-s creo al hombre, creó a Adam solo; él fue la unión perfecta entre Z'A y Maljut.
La Torá nos dice que luego Di-s separó al hombre en dos cuerpos físicos y formó a Java -Eva- la primera mujer.
Aquí fue también donde sucedió la primera división espiritual; es aquí donde Adam mantiene la dimensión espiritual de Z'A y Java se identifica con la dimensión espiritual de Maljut.
En el tercer paso Adam y Java, se unen en matrimonio, reuniéndose así Z'A con Maljut.

Una vez que Di-s creó a la mujer como una entidad separada del hombre, la parte masculina fue llamada ish, hombre, y la parte femenina ishá, mujer.
En hebreo, estas dos palabras tienen dos letras iguales, la alef y la sin.
Si se juntan estas dos letras, forman en hebreo la palabra esh ,alef, shin, que significa fuego y simboliza rabia o conflicto.
Además de estas dos letras, el nombre del hombre contiene la letra iud, mientras que el nombre de la mujer tiene la letra hey.
Y iud y hey son las dos primeras letras del nombre trascendente de Di-s formado por cuatro letras y además por sí mismas constituyen uno de los nombres de Di-s.

Jabad Lubavitch


Una no puede detenerse con el pretexto de que: 'Soy soltera, no puedo hacer nada sin un marido y un auténtico hogar judío', o 'Estoy casada, estoy demasiado ocupada criando hijos y organizando la casa' o 'Estoy dedicada a mi carrera, cuando tenga tiempo pensaré más acerca de mi condición espiritual', o 'Soy soltera, no necesito a nadie, me basto por mi misma'.
También los 'sitios de descanso' deben formar parte del viaje.
Toda mujer judía basa su identidad en la chispa Divina que lleva dentro, y en la comprensión de que en ella reside su auténtica independencia y poder: adquiere una fuerza que le permite volcarse hacia los demás y hacia el mundo, brindarse y darse.

Shaina Sara Handelman

Pero si la familia es el centro de la vida judía, la fuente de la fuerza judía, y el núcleo de la identidad judía -especialmente para la mujer- al yo ser tan en extremo rústica mi única esperanza es abrir mi corazón y sentir la presencia absoluta y perfecta de Shekhina.
Esto tiene que ver mucho con el post 'De exquisita forma y embriagante aroma', por muchas razones.
Porque lo expresado aquí es lo que quise decir ahí -con eufemismos- hablando de los etroguim.
Porque si los etroguim deben ser absolutamente perfectos, mucho más nosotras.
Y si los citrons son un negocio difícil, nosotras debemos serlo mucho, muchísimo más.

Bueno, yo se que es complicado, pero las mujeres somos más importantes que el fruto de un árbol bonito.
O al menos eso pretendemos, obvio.
Es posible que en este momento esté desvariando -cosa habitual en mí en estas horas algo tensas de circunstancias y de preparativos- así que mejor me voy a dormir un rato.
Siento que -una vez más- abusé de la paciencia de todo el mundo.

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