Una semana antes de que Hamas renunciara a la tregua y arreciara los ataques con cohetes contra el Estado judío (la gota final que provocó el estallido del conflicto), me encontraba en Israel invitado a dar una conferencia en la Universidad de Tel Aviv. Como parte de los contactos que organizaron los anfitriones, visité el Wolfson Medical Center para conocer el programa "salve el corazón de un niño". Quedé muy conmovido.
Se trata de una fundación dedicada a operar del corazón a niños muy pobres, la mayor parte de ellos procedentes del mundo árabe. Casualmente, me tocó presenciar el arribo precipitado de una bebita de cinco días de nacida, pequeñita como un grano de arroz, a la que había que intervenir de urgencia para evitar que muriera. La acompañaban su madre, una señora enfundada en una burka negra que sólo dejaba ver sus ojos llorosos, y su marido, un hombrecito rústico, con barba, que miraba sorprendido el trato increíblemente afectuoso con que un grupo de médicos y enfermeras se ocupaba de la pequeña. La familia procedía de Gaza. Desde que estalló la guerra no he hecho más que preguntarme qué fue de todos ellos.
19 de enero de 2009
Vivir y Morir en Palestina
Mientras el Garrahan es blanco de pegatinas efectuadas por el faccio conocido como CTA, se publica en HACER.org esta nota de Carlos Alberto Montaner cuyos últimos párrafos transcribo:
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