13 de febrero de 2009

God - Goddes

Las mujeres vivimos en nuestras entrañas una profunda necesidad de expresar permanentemente nuestro eterno drama, por el desencanto y la inconformidad de sentir que no estamos totalmente realizadas, a pesar de la igualdad económica, social y cultural que hemos logrado -en occidente- donde han tenido la amabilidad de permitirlo.
Pero estamos llegando a la llamada 'Tercera Oleada Feminista', que es cuando comenzamos a buscar -en lo más profundo de nuestro espacio sagrado- a nuestra Diosa Interna, a Shekhina.
La Danza Sagrada es una danza de contenido, significación y propósitos religiosos, y también de sentido esotérico o mágico, que responde a determinadas leyes rítmicas íntimamente relacionadas con la generación.
Está representada en el Tarot como la Gran Sacerdotisa -segundo Arcano- simbolizado por Isis, sentada teniendo en la mano derecha un libro y en la izquierda dos llaves, una de oro -Sol, razonamiento- y otra de plata -Luna, imaginación-, representando en ellas el uso equilibrado de los dos mundos.
Las Danzas Sagradas se asocian con Dios-Diosa en los orígenes, cuando en las civilizaciones más antiguas se rendía culto y se honraba a la Mujer, y ellas siguen siendo una parte relevante de nuestra cultura, como las más perfectas manifestaciones de la presencia interna de la Divinidad.
Por eso sentimos que la danza es un rito de identificación con D_os.
Entendemos a la Danza Sagrada como un instrumento que nos fue regalado para que captemos y canalicemos las energías del mundo que Él creó.
Hablar del origen de la danza equivale en realidad a pensar y a analizar los inicios de la conciencia espacio-temporal del género humano.
Porque la danza dibuja -en sus movimientos- la evolución del tiempo en el espacio.

Creo que más de una vez dije que la danza dedicada a D_os tiene como fin establecer un vínculo con Él, en la esfera espiritual.
Bueno, no es fácil de explicar.
La danza es una manifestación natural de la vida, y para eso las mujeres debemos conectarnos con esa niña interior que vive en cada una de nosotras.
Se trata de encontrar ese poder femenino mágico -y a la vez terriblemente rústico- que todas llevamos dentro.
A propósito, para los que tienen un monitor grande y les gusta, la imagen que ilustra el post en su tamaño original está aquí.
Bueno, nuestra ascensión personal, lo que realmente significa el alzarnos frente a nosotras mismas e implicarnos y complicarnos con el devenir de la vida en amor, paz, justicia, responsabilidad, placer, libertad, flexibilidad y riqueza espiritual, y el reconocer que somos en la Luz creadora siendo al mismo tiempo la verdadera y única Luz, son parte de esta Halajah de vida, al sentirnos seres únicos e irrepetibles pertenecientes a un colectivo también único e irrepetible.

¡Bendito D_os, que santificas el Shabbāt!

El término 'espíritu' tiene la misma raíz de 'aliento', lo respirable.
Viene del hebreo y del arameo 'rúaj', 'aliento', 'viento', 'elemento vital', 'mente'; y de ahí el griego 'pnéuma' de, 'soplar', 'respirar', 'aliento', 'viento'.
Es la 'Energía Divina', o el principio de vida que anima a los seres humanos.
Mientras la palabra hebrea 'nefes' -alma- apunta a individualidad o personalidad, y 'rûaj' o sea 'espíritu' se refiere a la chispa de energía vital que es esencial para la existencia individual.
'Rûaj' aparece al menos 377 veces en los Textos sagrados, y en la mayoría de los casos se traduce como 'espíritu','viento' o 'aliento'.
También se lo usa para indicar vitalidad, valor, mal genio o ira, disposición, carácter moral y el asiento de las emociones.
En el sentido de 'aliento', el rûaj de los humanos es idéntico al de los animales.
Pero nuestro rûaj deja nuestros cuerpos cuando morimos, y vuelve a Dios.
Con frecuencia rûaj se emplea también -con cierta audacia- para designar el Espíritu de D_os.
Pero con referencia a los humanos nunca se la usa para denotar una entidad inteligente y consciente capaz de existir separada de un cuerpo físico.
Su verdadero origen está en una imperfecta traducción del hebreo de la palabra -nefesh, ruaj, neshamá, iejidá, jaiá- neshamá.
Porque así como la matzá es harina y agua -indivisibles-  nosotras simplemente somos -existimos- y  estamos aquí.

Por eso, cuando bailamos, evocamos desde nuestro corazón al momento primero cuando 'la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas', en un suceso inconmensurable que supera absolutamente nuestro entendimiento, y que puede ser comprendido -en nuestra condición- solamente desde desde la emoción.


Para monitores grandes,
aquí.

4 comentarios:

Martín Benegas dijo...

Como siempre muy interesantes tus posts y hermosas las imágenes.

Rāḥēl Reznik dijo...

Nuestros pétalos algún día se abrirán, y llenaremos de fragancia al mundo.

Klaus Pieslinger dijo...

En particular la primera imagen de los pies danzando, además de bella es sobrenatural. Gracias!

ANKH dijo...

me alegra que hayas vuelto