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Los males que hoy aquejan al mundo árabe no se deben a Israel, ni a Estados Unidos, ni a Occidente en general, sino a su incapacidad para generar las instituciones y la cultura política y económica, amén de la tolerancia religiosa, que le permitan aceptar incorporarse a la modernidad con todos sus avances y elementos de bienestar; y, segundo, que todos los esfuerzos por parte de los occidentales –y muy especialmente por América– de introducir en la región los elementos formales de la democracia liberal, lejos de producir algún bien, se han revelado como altamente desestabilizadores y a la postre negativos para el futuro de la zona y para nuestros intereses estratégicos.
Yo no voy a poner en cuestión la primera de sus tesis.
Ha sido ampliamente respaldada por los sucesivos informes de las Naciones Unidas sobre el desarrollo humano en esa región del mundo, tan desierta para tantas cosas buenas y tan pletórica de odio y petróleo.
Y no me cabe la menor duda de que, a pesar de la arraigada costumbre entre los árabes de culpar a los demás de sus propios fracasos, eso no es así.
Con el sencillo cambio de enseñar a los niños -y niñas- materias más adaptadas al entorno de la globalización y no exigir, como se sigue haciendo, una obediencia ciega a una enseñanza que no permite el menor atisbo de pensamiento crítico, los países árabes podrían contar con recursos humanos preparados para dar ese salto desde la Edad Media en la que se encuentran sumidos, paradójicamente, a comienzos del siglo XXI.
Pero claro, no podemos obviar que el islam establece que la verdad y el conocimiento son siempre revelados, no un producto del hombre, y que se encuentran en su totalidad en el Corán.
A veces no es necesario ir tan lejos: si los países árabes hubieran aceptado la resolución 181 de las Naciones Unidas, en la que se acordaba la partición de Palestina en dos Estados, Israel y la Arabia-Palestina, el día de hoy sería muy distinto.
Se hubieran evitado guerras y derrotas, la radicalización fanática de muchos de sus jóvenes y el despilfarro de energías y dineros en el mantenimiento de una tensión con el pueblo judío que bien pudieran haber invertido en llevar la prosperidad a sus gentes.
Pero, como sabemos, no fue así, y muchos árabes han preferido el odio y la miseria a la paz con Israel.
Cierto, si se introdujeran elecciones libres y democráticas de la noche a la mañana en los países árabes, los máximos beneficiarios de las mismas serían los radicales.
No es necesario ser un lince para afirmarlo.
Lo sabemos, además, por la práctica en Gaza, por ejemplo, donde el pueblo de esa franja palestina votó en masa por los terroristas de Hamás.
Pero es que nadie, al menos en el campo de los neoconservadores, cree que se pueda equiparar democracia a elecciones libres únicamente.
Es más, muchos, como yo, pensamos que el desarrollo social e institucional debe preceder idealmente a cualquier convocatoria electoral.
No hay que correr en pos de unas elecciones para avanzar en un proceso democratizador.
GEES
Las reflexiones de Martin Sieff tal vez les sirvan a la mayoría de los latinoamericanos, que padecieron décadas de dictaduras militares, y que hoy parecen estar encantados cuando van a votar -por quien sea, como sea y a cambio de lo que sea- creyendo que eso es todo.
1 comentario:
recien leo esto en Nueva Europa:Luego que la ONU acusara a Israel de torpedear con sus tanques a una escuela de la ONU en Gaza, lo cual motivó un oceano de llantos mundiales por los niños palestinos, ahora la ONU misma, se retracta y aconfirma que fué una mentira . La explicación es ésta:
Los tanques israelíes abrieron fuego sobre unos edificios dónde se escondían los terrorístas, en las cercanías de la escuela y , la ONu supuso que la escuela había sido bombardeada y a proposito.
John Ging del UNRWA se olvidó de explicar los hechos explicitamente y se prestó a “confusiones” . Las palabras de Ging fueron elegídas de tal manera que la Prensa las tomó apresuradamente y dió lugar a las falsas acusaciones.
Por supuesto la misma Prensa, ahora no publicará en grandes titulares su “error”.
Ging dice que da igual, porque de todos modos murieron 40 personas aunque no fueran niños. Los 40 ladrones luchadores de Alí Baba Hamas caídos, se vendieron a la Prensa como trabajadores de la ONU y alumnos.
Los maestros a quienes se les han prohibido las declaraciones por orden de la ONU, alcanzaron a decir que ni un ladrillo de la escuela se cayó durante los ataques, y quew a ninguna ventana se le rompieron los cristales.
A eso se llama puntería del IDF y confirma una vez mas que Israel evita en lo posioble el daño a los civíles, en el último bombardeo les llamó por telefono a cada uno de los vecínos para que ewvacuaran el lugar.
Hicieron lo mismo las fuerzas de la OTAN en Yugoeslavia o en Irak?
lo que sorprende es que la ONU, ahora admita su mentira…
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