20 de febrero de 2009

Video clips, travesuras en Shabbāt

Bueno, más de una vez conté lo que significa la danza para mí.
Pero hay grados, porque cuanto más sofisticados son el movimiento y la acción, se produce una aproximación mayor.
El espíritu se adueña por completo del cuerpo a través del esfuerzo y el dolor.
Pero -como dije en una ocasión- es un esfuerzo placentero y un dolor dulce.
Para el espectador sensible posiblemente sea el poder disfrutar de uno de los placeres estéticos más grandes.
Pero para la protagonista es... ¿cómo decirlo?... la iluminación de poder sentir una abrumadora presencia.
Iluminación, sentido y proporción que siempre complacen a D_os, porque es como si le estuviera diciendo: ¡Aquí estoy!... ¡Ésta es tu obra!
El arte -en todas sus formas- complementa a la perfección la lectura y el estudio de la Torah Shebichtav, o con el explorar y deleitarse con la Torah Shebe'al Peh y las interpretaciones del Talmud, porque ambas acciones comparten con las manifestaciones artísticas la misma raíz y la misma finalidad.
La danza para mí es plástica, audición y visión, creación, emoción, belleza, y el tan amado dolor dulce de intentar acercarme a D_os.




Pensar que hasta tuve la dicha que alguien -con quien en realidad nunca estuve personalmente- lo entendiera así:


3 comentarios:

Klaus Pieslinger dijo...

:)
Me salvaste de un día gris...

Ya salió tu primera estrella?

Anónimo dijo...

Lograste emocionar este corazón con cáscara.

Carlos dijo...

Conmovedor

Recuerdo que una ves te conté que de chico me había emocionado con Tamara Toumanova en su última visita a Buenos Aires.