Casi mil días han pasado desde que el soldado Gilad Shalit fue tomado prisionero.
Hoy por hoy es -curiosamente- el único judío que está en Gaza.
En cualquier momento hubiese sido posible su liberación por el precio fijado por Hamas desde el principio: 450 prisioneros palestinos 'importantes', además de cientos de otros, así como todas las mujeres, y los menores presos.
A los ojos de Israel, el evento significaría el ansiado regreso del soldado secuestrado, a cambio de cientos de 'asesinos que tienen las manos manchadas con sangre'.
A los ojos de Hamas, se trataría de la liberación de un judío 'prisionero de guerra' a cambio de la liberación de cientos de 'combatientes de la resistencia' que han 'llevado a cabo ataques heroicos en el territorio de la entidad ocupante sionista'.
Muchos tenían la esperanza de que Olmert solucionaría el asunto antes de dejar el cargo.
Sin embargo, Olmert siempre tuvo miedo.
¿Qué sería más popular?
¿Actuar o no actuar?
Si se lleva a cabo el canje y el soldado vuelve a casa, habría una explosión de alegría, y Olmert sería el héroe del momento.
Pero... ¿por cuánto tiempo?
¿Dos días? ¿Tres?
Después de esto, inevitable, como en una reacción en cadena, todo el mundo diría: ¿Cómo pudo liberar a cientos de asesinos despiadados? Seguramente van a llevar a cabo nuevos atentados, se derramará más sangre judía, más niños serán asesinados... y Olmert se transformaría entonces en el mayor canalla del año.
Parece obvio que un estadista toma una decisión y acepta las consecuencias.
Pero Olmert es un político, sólo un político.
Nunca ha sido más que eso.
Y un político -en cualquier lugar del mundo- es un cínico antes que moral, quiero decir, es siempre más astuto que sabio.
Olmert todavía espera salir intacto de sus múltiples actos de corrupción para sentarse a esperar que fracasen Binyamin Netanyahu y Tzipi Livni, y eventualmente intentar volver al poder.
Para él, entonces, lo mejor es dejar todo el asunto de Shalit para que lo resuelva otro.
Pero detrás de las consideraciones personales se esconde un formidable problema político, muy difícil de digerir.
¿Cómo afectaría el canje el equilibrio de poder entre Al Fatah y Hamás?
Porque la liberación de 1.200 prisioneros palestinos sería percibida por el pueblo palestino como una gran victoria de Hamás.
Para ellos, quedaría demostrado una vez más que Israel sólo entiende el lenguaje de la fuerza.
Lo cierto es que Olmert enfrentará la acusación formal del procurador general sobre cargos criminales de fraude y abuso de confianza en el caso del empresario estadounidense Morris Talansky.
Olmert -sospechoso de haber recibido cientos de miles de dólares de Talansky en un periodo de 15 años- tendrá una oportunidad para prestar testimonio antes de que se tomen las decisiones finales sobre el asunto.
Mazuz ya había recomendado que Olmert sea acusado formalmente por el asunto Rishon Tours, en el cual el premier es sospechoso de cobrar dos veces a varias agencias estatales y no lucrativas por los mismos vuelos al extranjero por negocios públicos, y luego usar el dinero adicional para financiar vuelos y mejores asientos para él mismo y su familia.
Estos hechos datan de cuando Olmert era alcalde de Jerusalén, entre 1993 y 2003, y luego ministro de Industria y de Comercio, hasta enero de 2006.
Mientras tanto -volviendo al tema de Guilad Shalit- el presidente Peres, en voz alta, preguntó: ¿Cómo es posible que honorables jefes y ministros de 86 países reunidos para ayudar con sumas millonarias a Gaza, no puedan obligar a una banda de terroristas criminales palestinos a que liberen a un joven soldado israelí cautivo ya casi tres años?
Para inmediatamente después agregar: 'Una vez que asuma un nuevo gobierno en Jerusalén, es muy probable que Israel tenga que hacer lo que se le requiere dentro de la franja de Gaza para poner fin a estas agresiones terroristas inadmisibles'.
Muchos se preguntan: ¿Qué queremos? ¿La paz o más territorio? ¿La coexistencia entre dos Estados o la guerra sin fin?
Por algo será -dicen- que ampliaron los asentamientos y la valla se extendió a un ritmo casi frenético.
Si bien no existe ese plan maquiavélico, para ser justa, debo admitir que no solamente Olmert es un político.
Y que en las actuales circunstancias es muy difícil imaginar un Estado Palestino con la ribera occidental fragmentada y Gaza aislada.
Pero éstos no son problemas serios para la clase política israelí, que parece entretenida en diseñar estrategias para poder combatir exitosamente a Hamás y a Abbas al mismo tiempo.
Bueno, otro día sigo, porque advierto que otra vez el post me salió demasiado extenso.
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