12 de abril de 2009

Mucho tiempo, pero...

Julius Caesar desembarca en el Aeroporti di Roma en Italia, e inmediatamente sentirá que algo está equivocado.
La gente no habla su idioma.
La religión local es completamente diferente.
Y Roma ya no es más la capital cultural del mundo.
Él no tiene nada en común con los habitantes de su tierra.
En el Ben Gurion Airport en Tel Aviv, la escena se despliega de manera muy diferente.
Un Moisés anciano sale del avión.
La emoción lo supera cuando sus pies tocan la tierra de Israel por primera vez.
Habiendo llevado su nación a través del desierto durante cuarenta años y falleciendo allí sin alcanzar la Tierra Prometida, Moisés finalmente lo ha logrado.
'Shalom', le dice un joven maletero del aeropuerto que emigró hace poco de Rusia y que se acerca para ofrecerle ayuda.
'Shalom', contesta Moisés, asombrado del hecho que el idioma hablado en este lugar maravillosamente moderno es el mismo que él hablaba hace miles años.
Luego observa un grupo de hombres que reza en una esquina del aeropuerto.
Cuando se les acerca, ve que cada uno de ellos viste Tefilín y Talit.
Después de que terminan de orar, Moisés habla con ellos y examina sus artículos religiosos.
Son iguales a aquellos que él ordenó en el Monte Sinai.
Más de tres mil años separan a estos hombres.
Uno nació en Egipto; los otros en Moscú, Etiopía, Nueva York, Casablanca, Bombay, Sydney, París, y Johannesburgo.
Todavía comparten el mismo idioma, fe, tradición, y visión de vida.
Moisés dirige su cara al Cielo y grita: '¡Bendito es el Omnipotente, pues mi pueblo todavía está vivo!'
La nación judía ha sobrevivido imperio tras imperio de supuestos perseguidores.
Egipto antiguo, Persia, la antigua Grecia, Roma... ¿ahora dónde están?
¿Cuál es el milagro de supervivencia judía?
Es nuestra unificada fe judía, historia y herencia.
Hemos sobrevivido a lo largo de los siglos debido a la cadena indestructible de nuestra herencia.
El 15 de Nisan todos los judíos se sientan juntos a un Seder de Pesaj.
Comemos la misma comida, la misma Matzá.
Algunos recitan la Hagadá entera, otros un resumen, y otros cantan unas canciones.
Tres mil trescientos años es mucho tiempo...


Rabí Israel Meir Lau

Bueno, yo entiendo lo que quiere decir, pero creo que tampoco hay que exagerar.
Entre otras cosas, las dificultades lingüísticas y textuales que tendría ese imaginario Mōšeh mágicamente aerotransportado serían tremendas.

'Entonces Moshé [Moisés] dijo al Eterno: --Oh Señor, yo jamás he sido hombre de palabras, ni antes ni desde que tú hablas con tu siervo. Porque yo soy pesado de boca y pesado de lengua'.
Shemot 4:10


Muchos incluso creen que Mōšeh no hablaba bien en hebreo, porque Iojebed se hizo cargo de él y lo amamantó hasta los dos años, para de inmediato entregarlo a la hija de Faraón, pero ahora estoy un poco cansada para profundizar.

Lo que sí es cierto es que luego de tres mil trescientos años, la mujer judía -el verdadero sostén del judaísmo- aún no existe en el discurso de la mayoría de los rabinos.

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