10 de mayo de 2009

Ahora es fácil criticar

'Si él siente la necesidad de dormir, no le presiones o estimules la intimidad'.
'Si sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer'.
'Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que haya podido experimentar'.
Entre 1934 y 1977, la Sección Femenina de la Falange adoctrinó a las españolas para cercenarles cualquier deseo de emancipación o rebeldía y cualquier otro deseo (sobre todo ése).
Tras el paréntesis liberador de la Segunda República, en el que las mujeres habían conquistado el derecho a votar y habían comenzado a ocupar espacios públicos, la dictadura de Franco se empeñó en conducirlas de nuevo al redil doméstico, en extirparles afanes igualitarios y en convertirlas en las procreadoras que la patria necesitaba después de tanta sangría.
La suma sacerdotisa de aquella hermandad de madres abnegadas y esposas sumisas fue Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio, el fundador de la Falange.
El instrumento fue la Sección Femenina, creada dos años antes para absorber las ansias de las simpatizantes que no eran admitidas en la Falange por razón de su sexo.
A lo que fue la Sección Femenina está dedicada la exposición Mujeres de azul, organizada por el Centro de la Memoria Histórica del Ministerio de Cultura.
A lo que significó para miles de mujeres, marcadas por mensajes que las invitaban a despreciarse a sí mismas, tal vez habría que dedicar un simposio de psicoanalistas.
'No hay que ser una niña empachada de libros que no sabe hablar de otra cosa... no hay que ser una intelectual', aconsejaba Pilar Primo de Rivera.
'No tomes el deporte como pretexto para llevar trajes escandalosos', advertían en el curso de economía doméstica.
'Disimula tu presencia física en el trabajo. Seamos hormiguitas graciosas y amables', aleccionaba, de nuevo, la fundadora.

El País

Bueno, podemos disentir en muchas cosas, pero alguien tiene que reconocer que esas mujeres lo dieron todo por España.
Porque del principio de la igualdad de retribuciones, de la igualdad jurídica en la contratación y en el ejercicio de todos los derechos laborales y sindicales, de la abrogación de excepciones discriminatorias, las cátedras ambulantes, las granjas-escuela, las guarderías, los hospitales, las becas otorgadas a tantas mujeres ya sea en España como en toda Hispanoamérica, las asistentes sociales, las divulgadoras rurales sanitario-sociales, los colegios, las escuelas de formación profesional, la educación especial, el bachillerato, de las campañas de vacunaciones masivas, de la dignificación de lo femenino, y de las miles y miles de acciones más en pos de ayudar y construir en momentos tan difíciles, los progresistas bienpensantes ahora no dicen ni una palabra.
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1 comentario:

Martín Benegas dijo...

E scierto una cosa no quita la otra, de todas maneras me parecen unas imbéciles antes, ahora y siempre, esa mentalidad autodegradante nunca la entendí.