Me quedan en la memoria algunas imágenes de aquellos días de 1969. Montones de estudiantes corriendo por la calle perseguidos por "el escuadrón" -como se le decía en esa época a la policía montada- blandiendo sables. Particularmente me acuerdo del brillo de los sables, en medio de una manifestación dispersada a planazos y gases en Santa Fe y Oroño.
Me acuerdo de los hidrantes y los camiones de asalto, rugiendo a cada rato. Me acuerdo del panorama por entonces nuevo para mí de los soldados apostados en el Cruce Alberdi, con ametralladoras emplazadas en la esquina de la central de ENTel. Me acuerdo del humo, del estruendo, y de las ruinas en las calles: colectivos y troles quemados, derrelictos de una para mi entonces, incomprensible batalla callejera.
A 40 años de lo que se conoció como el Rosariazo ahora abundan las muestras, exposiciones, y homenajes de lo que fue ese alzamiento que anticipó en un par de días al Cordobazo. También abundan las interpretaciones y reinterpretaciones que lo presentan desde un episodio de guerra civil latente (la semillita heroica de la violencia setentista, digamos); una explosión de repudio a la dictadura de Ongania, un brote de la resistencia peronista, o un episodio magnífico de la elusiva coalición revolucionaria obrero-estudiantil. En casi todo lo que se lee en estos días prima la intención de presentarlo como una gesta local, con raíces netamente argentinas, desacoplándolo de los sucesos mundiales.
Estas explicaciones no me sorprende ya que los analistas, que en su gran mayoría o fueron parte de estos eventos o de la generación implicada en la guerra setentista, se aferran a estas visionesen una operación que les sirve para glorificarse a si mismos, a sus amigos y a sus compañeros colgándose entre ellos los títulos de resistentes, combatientes y luchadores.
Pero a esta altura me parece que además de las causas que aparecen en estos días, cualquier intento de análisis serio no puede desconocer algunos hechos próximos que alimentaron estas protestas:
A 40 años de lo que se conoció como el Rosariazo ahora abundan las muestras, exposiciones, y homenajes de lo que fue ese alzamiento que anticipó en un par de días al Cordobazo. También abundan las interpretaciones y reinterpretaciones que lo presentan desde un episodio de guerra civil latente (la semillita heroica de la violencia setentista, digamos); una explosión de repudio a la dictadura de Ongania, un brote de la resistencia peronista, o un episodio magnífico de la elusiva coalición revolucionaria obrero-estudiantil. En casi todo lo que se lee en estos días prima la intención de presentarlo como una gesta local, con raíces netamente argentinas, desacoplándolo de los sucesos mundiales.
Estas explicaciones no me sorprende ya que los analistas, que en su gran mayoría o fueron parte de estos eventos o de la generación implicada en la guerra setentista, se aferran a estas visionesen una operación que les sirve para glorificarse a si mismos, a sus amigos y a sus compañeros colgándose entre ellos los títulos de resistentes, combatientes y luchadores.
Pero a esta altura me parece que además de las causas que aparecen en estos días, cualquier intento de análisis serio no puede desconocer algunos hechos próximos que alimentaron estas protestas:
- El Mayo Francés, ocurrido un año antes e inagotable cantera de la mitología de izquierdas antisistema.
- La Primavera de Praga y la utopía del "socialismo con rostro humano" (enero a agosto del 68)
- Los asesinatos de Bob Kennedy y Martin Luther King, vistos como oportunidades de cambio en el sistema capitalista, todo ocurrido en el '68, verdadero annus mirabilis.
- La evolución de la guerra en Vietnam, con crecimiento exponencial del antinorteamericanismo, y la elevación a mito viviente de los irregulares del Vietcong.
- El auge de grupos de ultraizquierda-católica como los "católicos por el socialismo", y otras infiltraciones similares.
- La matanza de Tlatelolco (ocurrida siete meses antes)
- En general, la sumatoria de cambios culturales ocurridos en la sociedad mundial desde la segunda posguerra, que influenciaron en todo el mundo gracias a la "odiada" globalización ya en curso, incluyendo el Baby boom y la generación hippie.
- Y finalmente... pero no menor, la crisis económica de turno, que periódicamente ha disparado sucesos de violencia en la Argentina desde 1890 y que en general parece que no la considera nadie, no sea cosa que Rosariazo, Cordobazo y Cacerolazo terminen siendo peligrosamente parecidos.
3 comentarios:
Ahora es al revés los manifestantes estan armados con palos cuchillos y armas tumberas y las fuerzas del orden solo tiran gases y balas de goma, son unas carmelitas descalzas al lado de los milicos de antes.
Muy interesante, Rubén.
Sin duda, para entender lo que pasó hace falta tomar en cuenta el contexto de esos años. Pero creo que en gran medida tuvo que ver con la nefasta tradición argentina de utilizar la violencia como herramienta de lucha política.
Escribí algún poema épico, un par de canciones a mártires masacrados por los malos, y ya tenés el mito.
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