Kashrut establece lo que es apto, en base a lo que en el fondo significa ser kosher en la vida.
Kosher es kodesh, o sea 'santo'.
El Rabino Bergman explicó hace un tiempo lo que implica la kashrut cívica, mediante la cual se establece lo que está permitido y lo que está prohibido en la construcción de una Nación.
Si no distinguimos lo que es taref -prohibido- nunca podremos alcanzar la kosher-life, que es una forma de vida que de ninguna manera está limitada a la tradición judía, sino que comparte con la máxima amplitud posible los principales valores universales de la civilización.
La supervisión de la kashrut de la función pública fue establecida por la letra y el espíritu de la Constitución Nacional, que reconoció explícitamente a nuestro Di-s como su único Di-s, como la verdadera fuente de toda Razón y Justicia.
La normativa impuesta por los sabios que fundaron nuestra amada Nación Argentina lleva implícita esa cosmovisión totalizadora de Təˈnax.
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Bueno, la vinculación del espíritu con el alimento es muy estrecha.
Así, el ser humano desde la concepción en el seno materno se alimenta de la sangre de la madre a través de un órgano intermediario -la placenta- que la transforma de besarí en parvé.
De esa forma construye su cuerpo y su mente, desde la nada hasta lo máximo que se puede concebir en este mundo, con la pureza que le otorga ser propietario legítimo del 'eeden' -עדן- que en definitiva quiere decir 'deleite'.
Pero en su heredad genética es portador de hechos y sucesos primordiales que señalan convicciones y normas inmutables que algunos distraídos pretenden ignorar.
El mismo principio se aplica a la construcción cívica que intentamos de adultos: es una decisión de vida, es un plato que se comparte asistiendo a la mesa de todos.
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La corrupción colapsa las instituciones republicanas, y por eso está absolutamente prohibido no meterse o no comprometerse.
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El Estatuto Perpetuo de Təˈnax es muy sencillo y breve: consiste únicamente en ser decente.
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Como la Ley no repara el pasado sino el futuro, vale la pena citar a Təˈnax:
'Cuando siegues tu tierra, no segarás el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra sagrada. No rebuscarás tu viña ni recogerás los frutos caídos, para el pobre y para los extranjeros lo dejarás'.
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Eso es, en definitiva, lo que llamamos 'pensamiento y acción'.
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3 comentarios:
Lo leí dos veces, y saco como conclusión que Argentina está inmersa en la indecencia, pero que con compromiso para el control ciudadano de los gobernantes podemos volver a los valores de la Constitución.
Vale la pena
Me gusta mucho la aplicación de la idea "kashrut" a lo cívico y la supervición de la "kashrut de la función pública".
No es momento de esquivar el bulto a nuestras responsabilidades. Como dice Sine Metu, vale la pena.
Es mucho más cómodo no comprometerse.
Después los errores son culpa de otros.
Y se termina el ciclo con el ritual del chivo expiatorio, apedreando ciertas embajadas.
Fue cómodo comprar la sanción que la política es algo reservado para políticos.
Que los errores son culpa de su inoperancia y codicia.
Y que finalmente son los únicos culpables a quienes denostamos, y se completa el ciclo no metiéndonos en política así somos mejores.
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