Aunque a cada rato Chávez anunció el apoyo a Zelaya del presidente de la Asamblea General de la ONU, no me había detenido a fijarme de quién estaba hablando, hasta que el domingo me enteré que iba acompañando a Zelaya en el frustrado vuelo a Tegucigalpa: Miguel D'Escoto.
Para los que no se acuerdan, este ex cura fue el canciller del primer gobierno sandinista, y mereció una reprimenda especialmente dirigida de Juan Pablo II, por apoyar las violaciones de derechos humanos cometaidas por el régimen de Ortega, y especialmente las que tuvieron como víctimas a los indios miskitos.
La ficha que faltaba, en la comedia de la "democracia perseguida" hondureña.
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