La Presidente llamó al replanteo del Indec asumiendo por primera vez una autocrítica: 'que las reformas debieron hacerse antes'.
También admitió como 'superado el tiempo de crispación', lo cual podría leerse como otra autocrítica ya que el gobierno fue el principal responsable de aquel clima.
No obstante, exigió una revisión de lo hecho por el Indec no sólo luego del desastre iniciado por el tándem Kirchner-Moreno, sino también de lo anterior a ellos, con lo cual busca lograr un empate entre los probables errores cometidos cuando el Indec era Indec y las mentiras que luego lo llevaron a su destrucción.
Propone un indulto.
Además, mientras convoca a fuerzas creíbles -universidades y demás- para controlar las futuras estadísticas del Indec, acepta que Kirchner ponga al frente de las mediciones de precios a un militante político del morenismo.
Otro empate imposible porque no se puede sintetizar la verdad y a la mentira en un solo lugar; por lo cual, o las universidades no tendrán poder de control o el morenista se deberá ir.
Por más que Kirchner lo quiera, será imposible cambiar el Indec de aquí en más sin juzgar a quienes lo destruyeron y sin admitir la mentira.
Igual de imposible será mantener en el organismo tanto a los que lo destruyeron como a los que deberían aportar a su reconstrucción.
Y todo en el supuesto de que el Indec sobreviva como tal, ya que la magnitud de los daños infringidos a la institución quizá lleven a crear algo distinto, en otro lugar y bajo otra jurisdicción.
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U24
Bueno, para mí todo este asunto no es más que una espantosa pérdida de tiempo.
Y ponerse a 'revisar' los índices desde 1999 es un verdadero disparate.
Según el Indec, la inflación desde diciembre de 2006 hasta la fecha fue del 19,5%.
Pero los cálculos privados más conservadores hablan -para el mismo período- de un 70%.
Lo cierto es que aproximadamente la mitad de los bonos de la deuda pública se ajustan por el Coeficiente de Estabilización de Referencia -CER- que es el índice que se utilizó en su momento para estimular a los inversores a comprar títulos soberanos, o metiéndoselos a la fuerza en el caso de las AFJP, y que se calcula según el IPC oficial.
Es decir, el Gobierno paga sus deudas según la inflación reconocida por el Indec.
Pero la mayor parte de la recaudación fiscal -IVA, Ganancias- está vinculada a la actividad económica, ajustándose al nivel real de precios.
Si en algún momento el estado reconoce el desfasaje, las compensaciones que debería afrontar serían realmente incalculables.
Pero no todas son buenas noticias, porque mientras nada cambie, estos bonos defaulteados conllevan el cierre hermético de los mercados de capitales, y la fuga de divisas.
Los riesgos políticos, legales y financieros que afronta la administración de la incombustible infame son tremendos.
La oposición debería saber que estos males también son hereditarios.
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1 comentario:
El caradurismo de llamar "reforma" a la depuración de las deformaciones (deformidades?) introducidas por sus propios cómplices a punta de pistola.
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