17 de julio de 2009
To change for the worse
Posiblemente haya sido Fidel Castro el que mejor haya caracterizado al presidente Obama: un hombre 'lleno de buenas intenciones' que trabaja dentro de un sistema que le dificulta hacerlas realidad.
Obviamente, para Castro estar 'lleno de buenas intenciones' es ser un izquierdista.
Y es cierto que lo único que frena a Obama es nuestro sistema de balances y contrapesos.
Ahora, sin embargo, con el absoluto control demócrata de la Cámara y el Senado, la izquierda americana está decidida a convertir a Estados Unidos en un país socialdemócrata y acabar, de una vez por todas, con el excepcionalismo americano.
Es una perspectiva preocupante.
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Que Obama crea poder persuadir a los dictadores del mundo es simplemente pueril.
Llegó a la presidencia de EEUU haciendo discursos y ahora cree que haciendo discursos puede conseguir cualquier cosa.
Pero eso no es lo fundamental.
Más importante es su profunda convicción de que, de alguna forma, los Estados Unidos son responsables de todos los males del mundo.
No es nada nuevo.
Es la esencia misma del pensamiento de la izquierda.
Para Obama, los enemigos mortales de Estados Unidos siempre tienen alguna razón.
Quiere reunirse con ellos 'sin condiciones previas' porque cree comprender las razones de su hostilidad.
Y es por eso que su política siempre empieza pidiendo perdón.
Esto no es sólo una posición radicalmente falsa, sino que transmite un mensaje de profunda debilidad que, necesariamente, tiene que estimular a nuestros enemigos.
Tarde o temprano el pueblo americano va a rechazar esta actitud.
...
¿Cómo es posible que un personaje como Obama haya ganado las simpatías de gran parte de la comunidad cubanoamericana y del pueblo de la isla?
No es ningún misterio.
Los cubanos están profundamente divididos en cómo ayudar al pueblo de la isla.
Para los más viejos, los que conocieron la república, es obvio que la mejor forma de ayudar al pueblo cubano es derrocar la tiranía de los Castro.
Para los más jóvenes, sin embargo, para los que han nacido bajo el sistema, pretender cambiar el régimen es totalmente ilusorio y posiblemente oportunista, una forma de vender esperanzas falsas.
Lo único realista es ayudar a sus víctimas.
Es decir, mandar más remesas, estimular los viajes de los cubanoamericanos a Cuba y, como la mejor opción posible, levantar el embargo y estimular el turismo americano.
En otras palabras, olvidarse de acabar con la dictadura, y concentrarse en aliviar sus consecuencias.
El Nuevo Herald
Bueno, un interesante artículo sobre Obama y Castro, de Adolfo Rivero Caro.
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