El primer paso de la ignorancia es presumir de saber

Los dichos de Saramago no ameritan expresar agravios, porque son sumamente torpes y demasiado guarangos como para tomarlos en serio.
Después de todo, este buen señor lo único que hace es vender su nuevo libro, y en esa tarea evidentemente es obvio que carece de escrúpulos.
Pero me comprometí a contestarle, y recién lo hago ahora que por fin terminé de hacer algunas actividades domésticas que me agobian, pero confieso que las hago con mucho gusto y predisposición.
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Ya conté hace mucho que Təˈnax es el acrónimo de tres partes: La Torah [La Ley], Los Nevi'im [Profetas], y Los Ketuvim [Escritos].
La Torah [La Ley] es Bereshit [Génesis], Shmot [Exodo], Vayikra [Levítico], Bamidbar [Números] y Dvarim [Deuteronomio].
Nevi'im [Profetas] abarca desde Yehoshua [Josué] hasta Malají [Malaquías].
Ketuvim [Escritos] comprende desde los Tehilim [Salmos] hasta Divrei HaYamim Alef [Crónicas].
Además, obviamente, está el Talmud.
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Lo que se denomina 'Antiguo Testamento' es una denominación exclusivamente cristiana, que coincide superficialmente con el Təˈnax, en base a textos mal traducidos al latín desde una dudosa versión en griego, con grandes diferencias en el contenido, el ordenamiento y la inclusión o no de algunos textos y pasajes, todas cosas que varían mucho en las distintas tendencias, o iglesias, o denominaciones, o incluso sectas.
De hecho, las Biblias cristianas contienen el 'Antiguo Testamento ' y el 'Nuevo Testamento' como fueron establecidos en el Synod of Hippo en el año 393, aunque después hubieron muchas otras modificaciones y cambios, tanto en la forma como en el fondo.
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Bueno, el pueblo judío jamás admitió la estructuración testamentaria, y sigue únicamente el Təˈnax.
Por lo tanto, afirmar que el pueblo judío considera 'sagrado' el 'Antiguo Testamento' es un error mayúsculo, que solamente puede provenir de la ignorancia, o la mala intención, o de ambas dos.
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Como yo soy muy respetuosa de todas las religiones, pienso en todo caso que serían los cristianos los que deberían explicarle al famoso escritor quién es su Dios, si es Jehová, o Cristo, o lo que sea. No es mi asunto, y aunque tenga algunas cosas que decir no caeré en esa trampa.
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El pueblo judío pertenece a una cultura previa y fundacional, y no tiene ninguna responsabilidad sobre las religiones que se construyeron después utilizando como cimientos a sus textos sagrados, adulterándolos y modificándolos a su antojo y conveniencia.
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Cuando Saramago dice textualmente que 'Pero me resulta difícil comprender cómo el pueblo judío ha hecho del Antiguo Testamento su libro sagrado' miente descaradamente, porque el 'Antiguo Testamento' no significa nada para nosotros, más aún, es algo que -aunque respetamos- directamente en nuestra visión no existe, porque en nuestra religiosidad carece por completo de entidad o de significado.
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Yo estoy completamente segura que Saramago no tiene ni la menor idea de lo que es el Təˈnax, y que en su enfermiza imaginación cree que el pueblo judío lee y cree en 'la primera parte de la Biblia cristiana'.
Es tan burdo que cuesta criticarlo, porque es como si me enojara con un animal por su condición.
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Si para Saramago 'la primera parte de la Biblia cristiana' es 'un chorro de absurdos' no es mi problema, pero que no hable del 'pueblo judío' porque no tiene ni la menor idea de lo que está diciendo.
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Y cuando dice 'Si los judíos reaccionan no me sorprenderé. Ya estoy habituado.' vuelve a equivocarse, porque el 'pueblo judío' no tiene nada que ver en este asunto.
Lo único que voy hacer -a título personal- es dejar bien en claro que ese buen señor es un vulgar antisemita, y que todo el tiempo inventa historias para criticarnos.
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Estoy al tanto que ésta es una causa perdida.
Porque diga yo lo que diga, seguramente Saramago venderá millones de ejemplares de su basura infame, y sus lectores estarán muy satisfechos, y darán por cierto que el 'Antiguo Testamento' es 'el libro sagrado del pueblo judío', aunque no lo sea ni siquiera remotamente.
Porque la mentira y la calumnia corren con ventaja en este mundo decadente y hostil, que galardona con el premio Nobel a vulgares ignorantes de ingenio más que dudoso, pero 'políticamente correctos', como él.
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