Soluciones

A mi me parece que con los problemas y la crisis de indigencia que tenemos en la Argentina, con los problemas sanitarios que tenemos, que nos llevaron a la explosión del denge y la gripe porcina, con la vulnerabilidad que presenta nuestra sociedad, con los dramas que estamos pasando, en esas circunstancias, darse el lujo de gastarse en los próximos 10 años $6.000 millones para transmitir fútbol, es un escándalo.
La pobreza y la indigencia en la Argentina son un escándalo, porque nacen y se esparecen al cobijo de políticas disparatadas.
Hay montones de ejemplos, como subsidiar 2/3 del costo de los pasajes aéreos, eso es otra locura porque son los sectores de mas altos ingresos, pero me parece que lo del fútbol supera lo imaginable.
Una de las primeras cosas que hacen los gobiernos autoritarios es corromper los números, corromper la información.
Stalin había inventado hasta una genética comunista, que es un disparate conceptual, pero el fin era distorsionar la información, sin esta, sin una sociedad abierta, se pueden producir fenómenos absurdos, donde la gente aparece informada de cosas que son exactamente al revés.
Lo primero que hay que hacer es mejorar la información, y eso es bastante sencillo.
Nosotros teníamos el mejor Instituto de Estadísticas y Censos de Latinoamérica, hasta hace 4 ó 5 años.
Bastaría volver a eso, para simplificar el debate y el diseño de las políticas públicas, consiguiendo así una información adecuada sobre donde y como operar.
Porque sino es como ir al médico y pretender que lo medique sin poder diagnosticar.
Tomada esa decisión podremos poner énfasis sobre los sectores mas vulnerables, porque ahora no hay espacios para otras aventuras corporativas.
Nunca se tiene aquello de lo que se hace alarde.
Los países que tienen una verdadera distribución igualitaria del ingreso no hablan de eso, va de suyo que el diseño de las políticas ayuda a que ese fenómeno se realice, y en eso yo creo que hay una estrategia bien precisa.
Para mejorar la distribución del ingreso debe mejorarse fuertemente el capital humano, tienen que generarse normas laborales que sean amigables al empleo, tiene que facilitarse el primer empleo, y lo tiene que hacer básicamente en las Pymes que son las que van a generar la gran masa de creación de trabajo.
Si usted resuelve ese problema y logra poner a la gran mayoría de la gente en el empleo formal, lo que quede fuera de eso, será la gente que no puede quedar incluída en el proceso productivo.
Sobre esa gente hace falta otro tipo de políticas que los incorpore gradualmente a la vida moderna, al mundo digital, e ir integrándolos al lenguaje moderno de la sociedad, y eso en los sectores más ajenos al mundo productivo, es una tarea compleja.
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López Murphy

Lo que piensa y dice este señor es -para mí- la prueba irrefutable que para sacar a este país del pantano no se necesita ni un genio ni un mago, sino solamente una persona decente con sentido común, y nada más.
Lamentablemente, en estas tierras de promisión es muy difícil encontrar estas virtudes en un político.
Por ejemplo, hablar de leyes laborales racionales y prácticas, que fomenten el empleo registrado y actúen como una herramienta eficaz para combatir el empleo informal es algo que no puede ni siquiera plantearse.
Lo mismo sucede con cualquier discurso que proponga una reforma del estado, reduciéndolo a una organización que cumpla medianamente bien con sus funciones específicas y no invada el campo de lo privado.
Y así muchas otras cosas -la educación o la salud, por ejemplo- que deben ser modificadas con urgencia porque así como están son insostenibles e inviables.
Quiero decir, es como si no hubiera interlocutor para estos temas, porque la sociedad está seducida por un discurso facilista e hipócrita, que año tras año con una malicia inaudita los dirigentes de turno se han ocupado de difundir, mantener e inculcar.
Para usar una expresión común, es como si a la sociedad le hubieran lavado el cerebro, como si el colectivo estuviera bajo el influjo de una especie de hechizo que lo mantiene fuera de la realidad, incrustado en un mundo donde lo único que predomina es la anomia, las frases hechas, y una colección de ideas absurdas.
Pero el colectivo no tiene ni siquiera una ideología, sino que está dominado por un amasijo amorfo de ideologismos y frases hechas, en su inmensa mayoría contradictorias, retrógradas e infantiles.
Si bien yo no suscribo ninguna posición apocalíptica, y no soy amiga de los catastrofismos, de seguir así las cosas no veo la forma de que en un futuro próximo el país no esté peor, y la crisis se profundice.
Porque la degradación siempre se recicla en sí misma, y así toma fuerza en el tiempo.
Como si el país fuera un enfermo que se entregara a los cuidados de un médico trucho.
Bueno, los resultados no se hacen esperar, y para mantenerlo al menos agonizante es necesario inyectar nuevas dosis de mentira y confusión, y los falsarios que hacen de políticos se encargan entusiasmados de esa sucia tarea.
Una vez, y otra y otra, creando falsas esperanzas, sosteniendo la idea que 'esta vez sí vamos a andar bien'...
Si bien la política implica obviamente el recambio de los dirigentes, de nada sirve esto si los nuevos son iguales a los que se van.
Tal vez se puedan crear ámbitos donde los ciudadanos puedan discutir estas cosas, y posibilitar así el nacimiento de corrientes de opinión más modernas y más racionales.
Creo que ese es el único camino que conduce a un 'país en serio' como le gusta decir a algunos.
Porque la eficacia de las políticas 'redistributivas' fue, es y será siempre nula, así la encaren los peronistas, los radicales, los socialistas o cualquier otra agrupación o partido o lo que sea.
El tema de las leyes laborales es el ejemplo perfecto.
Porque no son más que un andamiaje maligno, impresentable y nefasto, que lo único que ha conseguido es mantener más del 50% de la masa laboral en el mundo hostil de la informalidad, con la complicidad de los dueños de los sindicatos que se aferran a eso que llaman pomposamente 'conquistas de la clase trabajadora' siendo que lo que hacen no es más que mantener sus privilegios.
El extremo es tal que cualquier mortal se aterroriza con solo pensar en la posibilidad de crear un empleo 'en blanco'.
Así, las pequeñas y medianas empresas -los motores de cualquier economía- languidecen y caminan derechito al quebranto.
Cuando el gobierno -para paliar la crisis- se apodera de los fondos jubilatorios tapando con ellos los agujeros negros de su desastrosa gestión, fabrica pobres.
Cuando el gobierno -para sostenerse- lleva la presión impositiva a niveles estratosféricos, fabrica pobres.
Cuando el gobierno financia un sistema educativo que sabe que es inservible e inviable, cuando genera inflación, cuando nos empapela con bonos, cuando manotea a diestra y siniestra violando la propiedad privada, fabrica pobres.
No quiero aburrir con los ejemplos, pero me causa gracia que el mismo gobierno que la generó después proclame que la pobreza es un problema y que hay que combatirla.
En fin, el tema tiene otras aristas, pero no quiero dispersarme, porque si me pongo a detallar y a intentar establecer desde la historia y el presente las obviedades -no tan obvias- que explican la abusurda situación que hoy nos afecta, creo no hay blog que aguante.
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