Su impresión es que los gobernantes pueden pasar pero los problemas quedan. Más aún si el cambio no se produce en la mentalidad de los gobernados.
Es una sociedad de silencios, donde se supone que todos deben adivinar qué es lo que está pasando. Las preguntas no están para ser hechas y las respuestas directas se consideran rudas. Los medios tienen cuidado de no provocar divisiones en la sociedad. Se agradecen las opiniones de los extranjeros pero sus consejos no son normalmente tomados en consideración.
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