El problema de Néstor Kirchner no es Papel Prensa.
El problema es cómo modificar el estado de opinión pública que les está impidiendo a él y a su esposa retener el poder.
Una fantasía tan vieja como el autoritarismo lo lleva a creer que, controlando los medios, controlará a la sociedad.
Por eso, primero se apropió del fútbol, que es el principal insumo de la televisión.
Y ahora pretende quedarse con el papel, el principal insumo de los diarios.
Convertido en proveedor de ese producto, el esposo de la Presidenta aspira a extender al periodismo el mismo vínculo clientelar con el que ya colonizó otras áreas de la sociedad: te doy papel si me das buenas noticias.
Igual que te doy un puente si me das obediencia o te doy una bolsa de comida si me das un voto.
Sindicalistas, empresarios, gobernadores o desempleados del conurbano conocen ese pacto de vasallaje.
Pero no alcanzó.
Kirchner perdió las elecciones y sigue cayendo en las encuestas.
El problema está en la cabeza del electorado.
Allí es donde hay que intervenir.
Por eso, la prensa.
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La Argentina se abastece con empresas de Chile, Suecia, Canadá, Estados Unidos, Sudáfrica, Brasil, Rusia y Finlandia, que le venden sus productos con arancel cero, obligando a Papel Prensa y a Papelera Tucumán a competir sin ventajas en el mercado global.
Moreno se encargará pronto de corregir esta aberración, cerrando la importación.
Sólo si la compañía intervenida se convierte en un proveedor monopólico se podrá aplicar a los diarios el torniquete político de la provisión de papel.
Carlos Pagni
Bueno, algo me dice que, hasta que se vayan los Kirchner, la tierra de promisíón tendrá que soportar un penoso calvario.
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