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Escenario de combates desde el siglo XVII, asiento de fortificaciones y cuarteles, la Bahía de Maldonado es ahora punto de reunión para paraguayos, brasileños, y argentinos (todos, en algún pasado no tan lejano interesados en su dominio) que se benefician de la hospitalidad oriental.
La foto muestra la bahía en la mañana del 31 de diciembre de 2009.
Cuándo veía este paisaje pensaba cuanto provecho sacó el Uruguay de acojerse al plan de Lord Ponsonby. Y cuanto mejor para nosotros, que hoy vemos a este lugar tal como está.
No me queda duda que si la Banda Oriental hubiera sido provincia argentina a algún intendente progresista se le hubiera ocurrido talar todos los pinos (ocurrió en Rosario, a fines de los 50), otro hubiera autorizado consolidar el frente al mar con una pared de edificios (ocurrió en Mar del Plata, en los setenta), la mugre taparía las calles, el tránsito sería un caos, la violencia sería imparable (ocurre en cualquier ciudad argentina hoy), y el casco urbano estaría cubierto de hoteles sindicales semiabandonados, y -por ejemplo- la Isla de Gorriti luciría además de sus piedras peladas por algún fuego intencional, un enorme cartel publicitario de la gestión de algún político venal.
Pero por suerte, es Uruguay.
Escenario de combates desde el siglo XVII, asiento de fortificaciones y cuarteles, la Bahía de Maldonado es ahora punto de reunión para paraguayos, brasileños, y argentinos (todos, en algún pasado no tan lejano interesados en su dominio) que se benefician de la hospitalidad oriental.
La foto muestra la bahía en la mañana del 31 de diciembre de 2009.
Cuándo veía este paisaje pensaba cuanto provecho sacó el Uruguay de acojerse al plan de Lord Ponsonby. Y cuanto mejor para nosotros, que hoy vemos a este lugar tal como está.
No me queda duda que si la Banda Oriental hubiera sido provincia argentina a algún intendente progresista se le hubiera ocurrido talar todos los pinos (ocurrió en Rosario, a fines de los 50), otro hubiera autorizado consolidar el frente al mar con una pared de edificios (ocurrió en Mar del Plata, en los setenta), la mugre taparía las calles, el tránsito sería un caos, la violencia sería imparable (ocurre en cualquier ciudad argentina hoy), y el casco urbano estaría cubierto de hoteles sindicales semiabandonados, y -por ejemplo- la Isla de Gorriti luciría además de sus piedras peladas por algún fuego intencional, un enorme cartel publicitario de la gestión de algún político venal.
Pero por suerte, es Uruguay.
5 comentarios:
No te olvides lo fundamental: en Uruguay no hay peronistas!!!!
Quedo muy bien el panorama. Si querés, mandame las fotos individuales al mail del opinador (opinadorcompulsivo@gmail.com), las puedo procesar con el software panoramico para remover las bandas verticales).
Ahítá...(como dicen los orientales)
Tomo las originales, las reduco un poco, y te las mando.
Rubén, te imagino ahíto de chivitos, medio y medio, franfruters (así se pronuncian en Oriental)de La Pasiva y, tal vez, has incursionado en sabores nuevos probando algún choto o una Pamplona.
La Banda oriental no es idílica, pero sí es un lugar muy agradable para vivir excepto cuando hay fútbol.
Un abrazo
Por supuesto Enmascarado, chivito, directo, y medio y medio a full.
El choto no me va para nada, la pamplona si.
Merece recomendarse el chivito canadiense del Parador Don Patricio, en Trinidad. Dejan a La Pasiva hundida en la vergüenza.
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