8 de enero de 2010

En su libro "Operación Traviata", sobre el asesinato del sindicalista Rucci en 1973, Ceferino Reato cuenta cómo los montoneros lograron seguir los pasos del jefe de la CGT semanas antes del atentado.

La ubicación del lugar donde vivía su familia la obtuvieron a través de una maestra del colegio al que asistían sus hijos. La recomendación del departamento donde establecieron los asesinos el centro de operaciones la recibieron a través del portero del edificio.

Ambos, el portero y la mestra, estaban vinculados a la organización Montoneros, según cuenta Reato.

Estos detalles muestran hasta qué nivel estaba mezclada la subversión en la sociedad argentina. Más que mezclada, era parte de ella, parte importante de la sociedad estaba metido en eso.

Teniendo en cuenta ésto no llama la atención la cruda y violenta respuesta a la que acudieron los militares para enfrentar ese panorama.

No intento justificar la acción de los gobiernos de facto sino recordar el nivel al que había llegado la sociedad en el país en el que las organizaciones terroristas tenían contactos en todos los niveles de la población.

2 comentarios:

Klaus Pieslinger dijo...

Cuando el enemigo no luce uniforme ni porta identificación partisana alguna, no tiene derecho a reclamo alguno sobre la aplicación de reglas del Convenio de Ginebra.
Así, son los propios terroristas no identificables los responsables directos de los daños a civiles.

David dijo...

Tiene razon Klausbert, no se aplica la convencion de Ginebra, apenas derechos de ciudadanos comunes, ya bastaban si se hubiesen aplicado como corresponde para que los militares no pudieran hacer el desastre criminal que hicieron.