Un subproducto del "modelo de la producción y el empleo" es el florecimiento de los contrabandistas. Para la electrónica, ropa, perfumes, como en los mejores años ochenta, han vuelto a florecer los "importadores no tradicionales".
Causa gracia, porque muchos mandan listas de precios por mail, como si fuera un negocio perfectamente legal. Playstation, cámaras digitales, celulares, son los productos que veo ofrecidos por todos lados. Y es lógico, por esta vía alterna se pagan un 30 o 40% menos que en los negocios -si es que el modelo exite en la Argentina- o bien se consiguen artículos que ya directamente ni se traen al mercado local.
Claro, que la estructura logística puede fallar: encanaron nada menos que al jefe de la aduana de ezeiza, a otros siete aduaneros y a dos policías aeroportuarios.
6 comentarios:
Ayer (cosa extraña) había policía en la puerta de las oficinas de la Aduana acá en Rosario.
Lo siento por los que pagan los aranceles creyendo que es una "obligación moral" y una protección que merece la industria nacional.
¿Porque tengo que pagar a un burócrata o a un sinverguenza que me vende basura protegida a altos precios?.
Aguante el contrabando.
Mmmmm...
En el año del bicentenario, es lógico que festejemos la revolución de los contrabandistas.
Como con alfonso, por 30 usd el kilo pasamos un elefante.
Esperen dos semanas que se aplaquen las aguas y volveran a las andadas.
En Cordoba capital, que recibe vuelos internacionales, es casi imposible conseguir una notebook con teclado en español.
Estoy en contra de la delincuencia, pero también de las leyes injustas.
Hay imposiciones legales que, si las aplica un particular, se las consideraría extorsión al estilo mafia.
Con esto no apoyo a los delincuentes detenidos, pero comprendo a la gente que adquiere los productos contrabandeados.
Mirándolo desapasionadamente vemos en ello las conductas que gobiernan la economía, el mercado.
Creo que una carga impositiva exagerada en primer lugar: priva a gran parte de la población de disfrutar bienes y servicios; en segundo lugar aumenta las posibilidades de los delincuentes; y por último corrompe la moral de los ciudadanos comunes.
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