A finales de los odiados años 90 cuando todavía ser Aliado Extra OTAN valía algo, le ofrecieron a la Armada buques norteamericanos de segunda mano para reemplazar a los vetustos avisos que con casi 70 años a cuestas están sobradamente listos para la jubilación. La operación se postergó sine die, hasta la llegada de la banda K, que decidió que era mas digno que conseguir medios para instrumentar inmediatamente un patrullaje marítimo como la gente, emprender un programa de construcción local en los desmantelados astilleros estatales.
Después de idas, vueltas, mas idas y más vueltas, al final se anunció que se iban a construir patrulleros oceánicos del modelo alemán Fassmer 80, de los cuales creo que aún no se puso ni un remache.
Pero eso si, para la gestión exitosa y digna del reequipamiento naval argento parece un hecho que ya hubo un generoso beneficio. De seis cifras en euros.
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