10 de julio de 2010

Ya que se habla del matrimonio gay...

Ahora que parece que todo anda fantástico en la República Argenta, resulta que el gran debate de la hora pasa por la legalización o no del matrimonio homosexual.

Al respecto y antes de abordar el tema, tengo que dejar claro que como católico (aunque no excesivamente practicante), mi definición de lo que es un matrimonio no puede incluir bajo ningún concepto la unión homosexual. Es desde ese punto que parto.

Como católico, esa es mi postura. Pero como argentino, es decir, como parte de una sociedad que no es exclusiva de la gente de mi religión, no creo que sea aceptable hacer extensiva la definición a toda la sociedad, aunque más no sea para no dejar la puerta abierta a que desde otros grupos se me quieran imponer definiciones que no estoy dispuesto a aceptar.

Para mí el problema del matrimonio homosexual existe por el solo hecho de que el Estado se arroga el poder para definir instituciones que están muy lejos de su competencia. Inevitablemente, cualquier definición de matrimonio que adopte va a dejar a alguien disconforme, sea porque la considera ofensiva a sus valores religiosos, sea porque la cree lesiva de sus derechos reales o percibidos.

Entonces se trata, como en muchas otras cuestiones, de encontrar el punto medio y común y trabajar a partir de ahí.

En mi opinión lo que actualmente llamamos "matrimonio" puede definirse de manera neutra como "una libre decisión de dos personas adultas de unirse y vivir en común, en los términos que ellas mismas fijan, con consecuencias legales y económicas derivadas del contrato celebrado, y que puede recibir la bendición de una institución religiosa."

Tenemos ahí tres partes: la libre decisión, las consecuencias legales y económicas, y la bendición religiosa, siendo esta última opcional según la fe o no de las partes. De la tercera se ocupa la Iglesia o las autoridades de fe correspondiente. La primera queda a criterio único y exclusivo de las partes (y seamos honestos en este tema, dos homosexuales se van a sentir pareja o matrimonio independientemente de lo que diga la Iglesia, el Estado o cualquiera) de acuerdo a su responsabilidad y libertad.

La única que le queda al Estado, pienso yo, es la de las consecuencias legales y económicas: la propiedad puesta en común, la inclusión en la herencia y los trámites de sucesión, la división de bienes en caso de ruptura. Todas cuestiones que se pueden celebrar (a menos que un abogado me desmienta) con contratos comunes y corrientes que no tienen por qué llevar el título de "matrimonio".

Si se me diera a mí la posibilidad de intentar resolver esto, mi respuesta sería:
  • eliminar el matrimonio civil como institución tanto para heterosexuales como para homosexuales,
  • dejar para las partes la cuestión de las relaciones que se quieren emprender, siempre que estén en condiciones de decidir responsablemente,
  • dejar al Estado nada más que la celebración de los contratos necesarios para dejar clara la situación patrimonial y de sucesión, y establecer que, en caso de ausencia de estos contratos, el paso del tiempo en convivencia otorga derechos,
  • y dejar a criterio de la fe religiosa de cada uno o a la ausencia de la misma la cuestión de la naturaleza filosófica y trascendental del matrimonio, pareja o como quieran llamarlo. Punto.
Punto. Si dos homosexuales después quieren festejar vestidos los dos con traje blanco de novia, me importa poco y podría llegar a importarme menos; religiosamente diré que es un asunto que es sólo entre ellos y Dios, socialmente diré que no es asunto mío y que como adultos son libres para hacer lo que les parezca siempre que no jodan a los demás, y políticamente diré que lo único que le tiene que interesar al Estado es que paguen sus impuestos, cumplan las obligaciones legales y económicas que se desprenden de su caracter societario, y no acaben hiriéndose o matándose.

La adopción es otro tema que no voy a abordar, excepto para decir que mejor sería reformar por completo el sistema de adopciones antes de agregar así de la nada todo un nuevo grupo de potenciales solicitantes.

Quizás sea liberalismo de laboratorio, pero a esta altura del partido, bien vale pensar soluciones alternativas a la cuestión, aunque probablemente no pasen la prueba de la realidad.

Respecto a lo que ahora se debate en el Congreso, me parece que el proyecto de matrimonio homosexual muere en el Senado y el de unión civil muere en Diputados. En suma, la comunidad homosexual se va a quedar sin el pan y sin la torta.

De todas formas, dudo mucho que, salga lo que salga, vaya a haber una solución. Como me dijo un colega: "no se trata de los derechos de ellos ni siquiera del derecho a adoptar, sino de apropiarse de la palabra 'matrimonio'; para ellos es como sitiar una fortaleza e izar la bandera al tope". Y en este caso, este interés se juntó con las ganas de Kirchner, a quien no le veo pinta o tradición de militante pro-gay, de escupirle en el ojo a monseñor Bergoglio y al resto de la Iglesia argentina.

O de manera más sencilla y como dirían en El Opinador Compulsivo, se trata de tener en todo momento algo con qué joder.

28 comentarios:

Anónimo dijo...

Coincido en general. Me parece que el conflicto es un resabio de ingerencia de la Iglesia en el estado. Se mezcla la moral individual con la regulacion general. Hay mil cosas que yo podría ver como malas para mí pero no puedo pretender que el estado las imponga como ley a toda la población. La Iglesia solo tiene derecho a normar para sus feligreses.

Anónimo dijo...

Y me parece que no es tan liviano como tener algo con que joder. En un momento en que el kirchnerismo necesita apoyo usó este tema para hacerle mostrar los dientes al conservadorismo y demonizarlo, y le resultó facilisimo. Un montón de gente va a ver a la oposicion como retrograda por este tema.

Mayor Payne dijo...

Coincido en principio, Max. Soy de los que pensamos que le haría mucho bien a la Iglesia Católica una completa separación entre Iglesia y Estado.

No estoy tan seguro de que sea demonizada la oposición a ojos del público. Hasta donde yo sé, la UCR y la Coalición y buena parte del PRO (salvo la Hotton) están a favor del matrimonio gay. El problema pasa por los peronistas del interior, tradicionalmente más conservador y donde la Iglesia tiene mayor influencia social y política que la que tiene en la Pampa Húmeda, por darle una extensión territorial.

A lo sumo, creo que si la maniobra de K fue ensuciar a la oposición, corre serio riesgo de que el tiro le salga por la culata, porque los que más problemas le están trayendo son los peronistas del interior profundo, léase Gioja, Capitanich, Urtubey y todos los otros que normalmente le hacen coro a los desvaríos de la Yegua.

Además, a esta altura me parece que quedó público y notorio que ni por asomo esto es una cruzada por los derechos de las minorías ni Néstor es un héroe del arcoiris, sino que todo se trata de una clásica competencia de mingitorio de las que suele plantear la Parejita.

La virulencia del debate y el hecho de que haya no sólo divergencias de opiniones fuertes entre sectores sino también entre regiones muestra que tal vez no era la hora de plantear este debate, y menos todavía con la liviandad e improvisación con la que se lo hace.

Saludos.

Anónimo dijo...

Si, estoy muy de acuerdo con lod el tiro por la culata. Pero yo creo que es por una gran miopía de estos tipos. Son posmodernos y todo les importa tres pitos y me parece que no midieron el conservadurismo real de la masa y de sus propios seguidores. Pero que a la iglesi la hicieron saltar como quisieron, de eso no tengo dudas.

Mayor Payne dijo...

Claro que la hicieron saltar como se les dio la gana. Y la Iglesia saltó, no se podía esperar otra cosa. Lo que pasa es que, como dijiste, no midieron el conservadurismo real de la sociedad argentina y de muchos de sus aliados políticos.

Entonces, con el fin de dejar clavada en el campo opositor a una institución como la Iglesia, que todo ser humano vagamente informado ya sabía que era opositora, terminaron alienando a mucha gente que usualmente estaba de su lado y complicándose más.

Ya a los K no se los tragaban en las grandes ciudades; desde la 125 que no los pueden ver en el campo; bien pudiera ser que ahora terminaron por espantar al resto del interior.

Estos tres pitos les van a terminar importando, me parece.

Anónimo dijo...

Aaaaaameeeeen.

Julio Rougès dijo...

Mayor Payne, el matrimonio no es una institución solamente católica (los protestantes hicieron una oposición particularmente activa al proyecto en lo que llamas con condescendencia –discúlpenme si me equivoco- “interior”); ni siquiera exclusivamente cristiana. Hace algunas décadas, ni ateos ni creyentes pensaban que el matrimonio civil fuera otra cosa que una institución para regular los efectos jurídicos de la unión entre el hombre y la mujer, mediante un juramento prestado ante la autoridad pública de asumir una serie de obligaciones entre sí y respecto de los hijos.
Me desespera ser liberal conservador, y que el liberalismo argentino comparta, con matices, casi toda la agenda del progresismo, salvo en materia económica. ¿No se dan cuenta que el vaciamiento de las instituciones y de las palabras forma parte necesaria de un programa marxista? ¿No sabías que la familia burguesa siempre fue uno de los objetivos a destruir por el marxismo?. Los marxistas, sobre todo a partir de la implosión de la Unión Soviética y aun antes, pueden coexistir con empresas privadas –sobre todo si se les presenta la oportunidad de hacer negocios con ellas- pero no tolera ni la familia, ni las “libertades burguesas”. En su new-speak orwelliano, se trata de redefinir todo, en clave “progre”, para vaciarlo de contenido. La libertad de enseñar y aprender deja de ser un derecho individual en la ley de educación (n° 26.206) para transmutarse en un "un bien público y un derecho personal y social" (artículo 2); la ley de medios (n° 26.522 –con notas al pie en su proyecto de con notas al pie de grupos tan respetuosos del pluralismo como la Federación Juvenil Comunista, la Agrupación Comandante Andresito o el Encuentro de organizaciones de los pueblos originarios)- hace tabla rasa de la libertad de expresión, y lo convierte en un “derecho humano a ser informado”.
El proyecto va no solamente contra la Iglesia Católica, sino contra la institución del matrimonio, porque saben que cuando las familias flaquean, la posibilidad del Estado de moldear las mentes de los jóvenes son mayores. Y la adopción por parejas homosexuales es aberrante, pues se atenta contra derechos de terceros ajenos a sus inclinaciones.

Mayor Payne dijo...

Estimado Julio, antes que nada quería asegurarle que lo de "interior" no fue con condescendencia ni desprecio de ningún tipo hacia las provincias y a su gente, cuya fe e inquietudes comparto, y a los que estoy profundamente agradecido por tener el valor de enfrentar una presión mediática intencionada y feroz.

Personalmente y como lo expresé al principio, entiendo al matrimonio desde la visión católica y si se tratara de un debate en el seno de la Iglesia Católica y que no trascendiera sus fronteras (por ejemplo, si fuera planteado por teólogos disidentes o renegados) suscribiría a la ortodoxia de manera absoluta. Mis dudas surgen a partir del hecho de que al no ser la sociedad argentina absolutamente católica en su composición, no considero que sea viable la extensión del criterio católico al plano civil.

Es a partir de esa duda que mi propuesta apuntaba a encontrar una salida "por arriba" a un problema (que creo construido artificialmente a partir de la nada y que conviene a los interesados que usted menciona) que, mal que nos pese a todos, se ha convertido en un tema de debate político. Mi propuesta fue en aras de esbozar una idea que permitiera salir de este debate estéril y que sirviera, por así decirlo, como el lanzamiento de un guante a quienes postulan la necesidad de equiparar el matrimonio homosexual con el heterosexual.

Y a riesgo de caer en la inmodestia, en cuyo caso quisiera pedir disculpas, creo que si realmente existiera a nivel social y político la voluntad de buscar "una solución" a este "problema", alguna propuesta en la línea de la que esbocé en el post ya habría sido presentada, en lugar de seguir machacando con lo que mi colega apropiadamente llamó "sitiar una fortaleza e izar la bandera", que en la práctica se traduce en un agravio voluntario, indiscriminado y total hacia la Iglesia Católica, su jerarquía y sus fieles.

Creo que independientemente de la cuestión de la base legal de protección, la supervivencia de la familia no depende del Estado sino de la sociedad misma a través de sus instituciones educativas, comunitarias y religiosas. Pienso que es ahí donde se debe plantear con más énfasis la defensa de la familia, en lugar de confiar exclusivamente en el Estado que, como bien dijera George Washington, "es un sirviente peligroso y un amo temible". Como liberal, soy de la opinión de que al Estado se lo debe mantener muy alejado de cualquier idea que le permitiera aplicar su poder para la imposición de conceptos o ideologías.

No comparto en lo más mínimo la propuesta de ampliar el derecho de matrimonio a los homosexuales. Y en la medida en que está planteado el actual debate, mi deseo es que el proyecto aprobado por Diputados sea rechazado de manera rotunda por el Senado.

Entiendo que la presente situación constituye un acto de oportunismo político por parte de un grupo que no está del todo consciente (o si lo está, no le importa) de que se lo usa como ariete de un ataque puramente político contra la Iglesia Católica. En ningún momento suscribí a la idea de que se trata de una "lucha por los derechos de las minorías", sino que sostengo que se trata de un ataque emprendido por inescrupulosos personajes en su afán de conservar el poder, que han encontrado en los cultores de Gramsci a los "idiotas útiles" de turno.

Respecto de mi comentario acerca del sistema de adopción, apuntaba a que por las falencias complicaciones generales que actualmente existen, es más oportuno plantear una reforma completa de los procedimientos de adopción que la simplifiquen. La cuestión de la adopción excedía a la intención de mi post, pero voy a aclarar que estoy totalmente en desacuerdo con que las parejas homosexuales puedan adoptar.

Desde ya, pido disculpas por lo extenso de mi respuesta y por si algo de lo que escribí le hubiera resultado ofensivo, y en tal caso le aseguro que no fue mi intención agraviarlo.

Saludos.

Massa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Massa dijo...

Hola a todos, quiero aportar una (para mi) perla al debate: el articulo de Vargas Llosa en El Pais, cuando fue legalizado el matrimonio homosexual en España. Leanlo, vale la pena: http://bit.ly/vargasllosa.

Y con respecto a lo que decis, Julio, dejame decir respetuosamente que tu desesperacion porque los 'liberales' coinciden en la agenda social del Gobierno no deberia ser tal: en este tema en particular, los liberales clasicos deberia(mos) estar (a mi entender) mas cerca de la posicion del Gobierno - como lo demuestra Vargas Llosa. Quizas, la diferencia este en que en los temas sociales sos mas conservador que liberal...

Saludos,
Massa.-

Sine Metu dijo...

Si el debate se plantea entre la "modernidad" y el "medioevo", es decir entre el reviente y la iglesia católica, el camino de salida no va a ser bueno. Lamentablemente nadie piensa en este país ni en el mundo, y todo se reduce a blasfemia o dogmatismo.

En primer lugar sobre tu propuesta, Payne, no podés eliminar algo que no existe: No existe el matrimonio para homosexuales.
En segundo lugar, sobre el resto de tu propuesta, la idea en teoría no es tan descabellada.
El matrimonio civil tiene varias aristas.
El matrimonio civil es una institución que NO ES UN DERECHO sino un PRIVILEGIO.
Los representantes del pueblo en el gobierno decidieron que era bueno incentivar las relaciones heterosexuales monogámicas con potencial de reproducción sobre otras.
Al punto tal que otras eran perseguidas por ilegales.
Luego los representantes del pueblo en el gobierno decidieron que la rigidez de ese contrato no era buena y decidieron legalizar el divorcio para permitir a los ciudadanos y las ciudadanas volver a chocarse con la misma piedra (bueno, con otra piedra).
El incentivo gubernamental de las parejas heterosexuales monogámicas con potencial de reproducción, que justamente (y no casualmente) es el único aceptado por la iglesia católica, incluye en el ámbito civil vínculos patrimoniales, beneficios fiscales, etc.
En síntesis, los gays quieren acceder a los beneficios (privilegios) del estado de bienestar para las parejas heterosexuales monogámicas con potencial de reproducción.
Para acceder a ellos, quieren acceder a la institución matrimonio que por definición les está vedada.
Es como que la asociación de ciegos haga lobby para obtener licencia de conductor.
El problema, a mi criterio, está en la rigidez de las leyes en materia de sucesiones, y en materia de acceso a los beneficios del estado de bienestar.
El matrimonio gay es algo que por naturaleza no puede existir. Sí podría existir alguna otra institución del fuero civil que permita a los y las homosexuales mayor (y no menor como les daría el matrimonio) libertad en esos temas.
En todo esto Kirchner, que es un flor de hijo de puta, mete cizaña para generar un conflicto masivo en la sociedad argentina.

Como dije varias veces, el matrimonio gay va a ser un pingüe negocio para los abogados especializados en divorcios gay.

Sine Metu dijo...

En síntesis, lo que los gays necesitan no es casarse.
Lo que los individuos necesitan, sean gays o no gays, es que el estado no se meta tanto en sus vidas.

Sine Metu dijo...

Ah, y no se olviden de los SOLTEROSSSSS

NINA dijo...

No se como llegue hasta aca, por algun motivo creo que no es mi lugar(demaciado culto).
Religiosamente, no creo que Dios pueda, en estos tiempos, ver mal que dos personas se amen, cualquiera sea su sexualidad.
Civilmente, la sociedad tiene que aceptar que los gays existen y no van a desaparecer por el solo echo de que nos neguemos a verlos como iguales que son.
Al no estar casados no pueden tomar desiciones sobre la salud de su pareja, no pueden compartir la tutoria de un menor, no pueden acceder a la obra social de su pareja, no tienen derecho a los bienes si uno de ellos muere(no se puede hacer un testamento si hay familiares directos que reclamen, como hermanos,padres o hijos),no tiene derecho a nada de lo que tenemos los heteros casados.
Pregunto cual es el problema en que se casen?, va a haber mas homosexuales si se les permite casarse,nosotros los heteros nos casamos y nos divorciamos a gusto, que es lo que tienen ellos de diferente ??
PERDON POR METERME .SALUDOS.

Anónimo dijo...

UNION CIVIL PARA TODOS, CON LOS MISMOS DERECHOS Y OBLIGACIONES; QUE TODOS PUEDAN ADOPTAR, HEREDAR, ETC, ETC, ETC. SACAR LA INSTITUCION DEL MATRIMONIO DEL CODIGO CIVIL, POR UN ESTADO LAICO. Y QUE DESPUES LA COMUNIDAD GAY Y LA IGLESIA SE AGARREN A PATADAS POR LO QUE QUIERAN, NO ME INTERESA.
HAY QUE IR HACIA UN NUEVO CONCEPTO DE FAMILIA, HAY QUE AMPLIAR LA VISIÓN DE LA FAMILIA NUCLEAR MADRE-PADRE.
CREO QUE LA ADOPCIÓN NO ES PROBLEMA, EL PROBLEMA ES LA GENTE QUE DECIDE DISCRIMINAR, SEGREGAR, HUMILLAR A UN CHICO POR TENER PAPA-PAPA O MAMA-MAMA. SON PREJUICIOS CULTURALES, Y EL DESAFÍO CONSISTE EN ELIMINARLOS. SALUDOS.

Unknown dijo...

Los elementos de juicio sobre la institución matrimonial que se han expuesto son interesantes, y materia de una discusión jugosa.

Sin embargo, creo que son poco relevantes, porque, si he de juzgar por lo que se hizo en españa, la clave, como dijo Mayor Payne, es que se hizo por fastidiar.

Como ejemplo, dos citas tomadas de la intervención de Marisol:

"...no creo que Dios pueda..." Este argumento lo escuché mucho por boca de los políticos y "activistas gays" que directamente iban a atizarle a la Iglesia. Podría decirse que esto es una injerencia en materia religiosa, sobre la que ellos no tienen competencia. El mundo al revés.

"...la sociedad tiene que aceptar que..." Exacto, de esto se trata, de obligar a, no de permitir que. Hace doscientos años los políticos "progresistas" españoles eran más sinceros: gritaban "trágala, perro".

Sospecho, por lo que leo, que en Argentina se va a hacer lo mismo y por las mismas razones, a menos que la desidia de los legisladores haga morir el proyecto de ley.

Klaus Pieslinger dijo...

Coincido con Julio, y (si entendí bien) particularmente con el punto de que *la agenda es otra en realidad*.
Debatir el "matrimonio gay" en sus términos es seguirles el juego. A esta gente les importa tres pepinos el matrimonio en la forma que sea. Creo que el "problema" en otros ambientes de debate liberal es que están respondiendo al planteo formal del tema, y no ven ésto -o consideran más importante dar la respuesta formal antes que cuestionar a los proponentes.

NINA dijo...

No me refiero a obligar a nadie, sino mas bien a educar a los que vienen atras nuestro y re educar a la gente en cuanto a derechos y obligaciones de los individuos en la sociedad y uno de esos derechos es que te acepten como sos.
En cuanto a la discriminacion en las escuelas, existe lamentablemente ahora con chicos que son rengos, usan lentes, son muuuuy mocrochos o como mis hijos que son pelirrojos.

NINA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
NINA dijo...

En cuanto a la religion quiero desir que soy catolica, no soy ni homosexual, ni politica, es lo que a mi me parece como cristiana, aunque no voy mucho a la iglasia, creo en Dios y creo que el puede en su infinita sabiduria, comprender el amor de diversas formas.
No hablo de lo que debe hacer la iglesia, yo hablo de lo que yo entiendo por Dios:amor.

Unknown dijo...

Me sigo guiando por la experiencia de lo que nos ha pasado en España, Marisol.

"...sino mas bien a educar a los que vienen atras nuestro..."

Exacto. Una vez aprobado el "matrimonio gay" se comenzó a incluir en los currículos escolares el soporte ideológico del mismo. Y parte de ese currículo lo imparten las asociaciones de homosexuales y los activistas de la misma cuerda. Qué curiosa casualidad ¿no?


"...y re educar a la gente..."

Uf, no me gusta esta expresión, teniendo en cuenta lo que la historia nos enseña de los "centros de reeducación para adultos". Y no porque piense que en este blog haya quien quiera meterme a mí en uno. Simplemente, es una expresión desafortunada. Pero, yendo al fondo de la cuestión: si yo ya soy un adulto con su propio criterio y autonomía personal ¿porqué reeducarme en nada? ¿No sería mejor tratar de convencerme argumentadamente, de persona a persona, y dejar el machaque ideológico fuera de la escena?

NINA dijo...

Creo que ves persecuciones donde no las hay, como decis,ya paso en España, entonces aprendamos de lo que ellos vivieron, veamos que errores cometieron y tratemos de evitarlos nosotros.
Tengo 1 hijo en edad de polimodal y me pareceria bien que se hable de estos temas y cada uno pueda sacarse las dudas que tiene.
En cuanto a la gente adulta, vos decis que sos grande y tenes tu idea formada, tenes razon, pero tan malo es que intente disuadirte ?no hablo de internar a nadie o torturarte hasta que confieses nada!, solo digo que pongamos este tema en el debate publico, ya sea en tele o en radio, que la gente lo discuta, lo hable, no puede ser tan malo que en el marco del respeto mutuo, vos y yo dicrepemos, tal vez yo pueda entenderte.Lo que si quiero que te quede claro es que respeto tu opinion,no es la mia y me gustaria que la cambies, pero por conviccion no por que nadie te obligue.

Mayor Payne dijo...

Marisol, aún sin ser la persona a la que estaba dirigido tu comentario, te pido que me disculpes si lo respondo de todas maneras.

Lo que voy a decir ahora puede parecer un tanto inocente, pero la cuestión es que si el debate se planteara como un intercambio de opiniones en buena fe, como decís, para que cada uno pueda sacarse las dudas que tiene, no llegaríamos a la virulencia con la que se vive.

Pero la buena fe es algo que escasea cada vez que estos temas surgen, y en este caso el debate viene a raíz de una hijaputez extrema de parte de ese Matrimonio (es irónico que una pareja de desgraciados nos tengan discutiendo sobre la naturaleza del vínculo que los une a ellos) que no se le conoce interés por la cuestión, ni presente ni histórico ni partidario, excepto en la medida en que le sirva para pegarle al rival de turno; hoy le tocó a la Iglesia Católica.

No nos engañemos, y no lo digo para insultar, sino como primer paso si queremos un debate serio: hay mucha gente que podrá decir lo que quiera, pero el interés que la mueve en este tema es en gran medida el de escupirle en el ojo a la Iglesia Católica.

Quizá me digas que si se tratara de esperar a que la Iglesia no se dé por aludida y no reaccionara como lo hace (como no podría jamás dejar de hacerlo si quisiera seguir considerándose coherente con su doctrina), nunca se podrían tratar estas cuestiones, y la verdad que es así... y lo seguirá siendo siempre y cuando el debate esté planteado en los términos actuales y también mientras el avance de un lado sea elogiado como una derrota del “catolicismo reaccionario”, etc.

Sería interesante plantearse cuánta gente que a lo mejor no le importa nada lo que otro hace en su intimidad termina con bronca hacia los homosexuales cuando los ve burlándose de los símbolos de su fe o pintarrajeando la Catedral después de cada Marcha del Orgullo Gay.

Contrario a la percepción mediática, del lado que se opone al matrimonio homosexual no hay cazadores de gays o nostálgicos de la Inquisición, sino gente común y corriente que hace su vida personal y familiar y que siente que con este proyecto se quiere equiparar un vínculo que asumieron con otro que, guste o no, les cae como si fuera una parodia de mal gusto de una institución que para ellos está santificada por Dios. Extremistas hay, no lo niego; de la misma forma, del otro lado del debate hay gente a la que le costaría no sonreír si mañana le prendieran fuego a la Catedral y empezaran a linchar curas.

El problema de esta cuestión es que aunque hablemos de la misma palabra (“matrimonio”) en el fondo no estamos hablando de lo mismo. Para los “laicistas” describe una forma de asociación legal con derechos derivados; para los creyentes, significa una institución que nos fue establecida y bendecida por Dios.

Y el meollo de la cuestión es que para el creyente la ley jamás podrá derogar el dictado de su fe, y al no creyente lo tienen sin cuidado las palabras de un libro sagrado. Siguiendo por ese camino, vamos muertos.

Mi propuesta fue un intento de salvar la cuestión, partiendo de la base de reconocer que a esta altura y probablemente por los siglos de los siglos amén, la palabra “matrimonio” esté demasiado cargada de significados diversos como para que pueda imponerse una definición que no deje a un lado del debate sintiéndose atropellado.

Si la cuestión es acceder a beneficios sociales o la regulación de la propiedad, debatamos eso y toquemos las leyes de herencia, de sociedades, de beneficios laborales y pensiones, etc. Pero la cuestión del concepto de una institución que muchos la vemos santificada desde lo alto y otros la ven irrecuperablemente terrenal ya excede a las posibilidades del Estado.

Tal como está la cosa, ambos lados del debate están como trenes a punto de chocar. Quizás valga la pena pensar un poco cómo hacer para que cada uno pueda seguir por su vía.

Gracias y perdón por el largo.

Saludos.

NINA dijo...

Te netiendo,pero sigo pensando en que una ley solo para homosexuales me parece discriminatoria.
Ycreo que el debate debe ser claramente sobre el matrimonio civil.
No estoy de acuerdo con la violencia de ningun tipo, y te pido me creas que no he visto a los homosexuales pintar ninguna iglesia, tal vez por que al interior esas imagenes no llegan, creo que es una falta de respeto total, como podes hacer que respeten tu idea, si vos(los que hacen esas barbaridades)no respetas lo mas sagrado para mucha gente, como es la casa de Dios.
Tal vez convenimos en que el debate se debe dar desde otro angulo y no como el planteo de una batalla gobierno-iglesia, pero asi planteadas las cosas es dificil llegar a buen puerto.
Si no es ahora, en algun momento, alguien va a tener que plantear estos asuntos que, para muchos, es de fundamental importancia, es para ellos, los gays, tan importante como para nosotros, los heteros, casarse y formar una familia, y estoy muy segura que es un derecho que los asiste y debera ser reconocido en algun momento.

NINA dijo...

Quiero agregar que mi hijo va a Don Bosco, un colegio Catolico y aunque no se ha hablado de este tema, son exelentes educadores, por lo menos aca.

Mayor Payne dijo...

Marisol, gracias por tu respuesta y entiendo tu posición aunque no la comparta. Y por cierto, hasta donde yo sé la reputación educativa de los salesianos es más que merecida.

No dudo que no hayas sido testigo de algún episodio de violencia; por mi parte, más de una vez he visto por televisión alguna "parodia" al catolicismo en las marchas del orgullo gay que se hacen acá, o personalmente algún "recuerdo" dejado en la Catedral de Buenos Aires. Sin ser el católico más ferviente, no dejo de sentir bronca.

Volviendo a la cuestión, desde la ley es un debate sobre el matrimonio civil. El gran problema es que hay un lado entero que no puede no ver la cuestión desde una óptica religiosa. No hay que olvidar eso, porque justamente si se reclama que deponga la perspectiva religiosa, en cierta manera se le daría fuerza a su mayor temor, es decir, el avance del Estado por sobre la fe.

Un lado dice "matrimonio civil"; el otro lado no puede dejar de ver el matrimonio religioso en esa cuestión. Así es la cosa y no lo podemos negar.

Precisamente porque así como están planteadas las cosas, como si fuera un enfrentamiento Gobierno-Iglesia (que en este caso lo es), es que no vamos a llegar a buen puerto. En última instancia y salga del Congreso lo que salga, la pelea sigue.

Entonces es importante, me parece, que busquemos salir por arriba de dos posiciones que difícilmente vayamos a ver conciliadas.

Para mí, un ángulo que no miramos en medio de esta pelea es el que está clavado en el medio, es decir, el Estado. Al respecto hago dos preguntas:

1) ¿Debe tener el Estado autoridad para legislar sobre la naturaleza de las relaciones interpersonales?

2) ¿Debe tener el Estado autoridad absoluta sobre la forma en que una persona maneja su propiedad?

La primera pregunta apunta a si le corresponde al Estado darle un nombre y un concepto al tipo de relación que decido constituir con otra persona. Mi respuesta al respecto es que no le corresponde y aún si le correspondiera, de poco serviría ya que la pareja es entre dos y ahí el diputado o senador no ocupa lugar.

Cuando hay voluntad de las partes adultas y responsables de hacer una vida en común bajo la forma que eligen, el resto del mundo bien puede irse en ordenada y prolija formación al carajo. El nombre, de última, es lo de menos. Si la legislación tuviera poder real, no existirían las convivencias o las parejas homosexuales.

Si vos y tu pareja deciden por una cuestión de fe darle a su relación una forma consagrada por la religión de la que forman parte, espero que sean felices; eso sí, al tomar esa decisión se hacen cargo de adaptar su relación a los dictados religiosos en cuestión y ahí no hay tu tía, si no te gusta, no te hubieras metido. Pero sigamos en el plano civil.

La segunda pregunta apunta a unas cuestiones que son más jugosas y que son la parte material del asunto: propiedad compartida, de bienes conyugales, de herencias y sucesiones, de pensiones, etc. Acá no tendríamos que plantear si el Estado le puede permitir o no a los homosexuales disponer de estas cuestiones materiales, sino por qué tiene que limitarlas en primer lugar.

Si verdaderamente fuera dueño de mi propiedad, yo decidiría con quién compartirla y a quién le quedaría cuando estire la pata, podría poner a quien se me diera la gana en la lista de beneficiarios, etc. Para eso no necesitaríamos tocar la cuestión del matrimonio, sino revisar las otras leyes que regulan estas cuestiones y reducir a un mínimo aceptable la intromisión del Estado en las decisiones que cada uno hace respecto de su propiedad.

Digo todo esto para insistir con la idea de que la "salida por arriba", para mí, no pasa por matrimonio civil heterosexual u homosexual; pasa por dejar en manos de los individuos la plena autoridad sobre las relaciones que desean mantener y por no interferir en la manera en que los individuos eligen usar y compartir su propiedad.

Una vez más, perdón por el largo y saludos.

NINA dijo...

Pero , entonces vos crees que lo mejor es eliminar el matrimonio civil? explicado como vos lo haces, no es mala idea, lo que no llego a comprender son las consecuencias que esto traeria aparejado?
La verdad es que no lo habia pensado, puede que sea un buen argumento, aquel que sienta su union verdadera y lo necesite que se case por su religion.De lo que estoy segura es que aquello que se decida, debe ser para todos por igual.

Mayor Payne dijo...

Es exactamente lo que digo: si de mí dependiera resolver esta cuestión, lo haría eliminando el matrimonio civil.

Me parece que esa salida permitiría dejar a la conciencia de cada uno la cuestión de la forma que quiere darle a su relación.

Las consecuencias de eliminar la figura del matrimonio civil tendrían que ver con la cuestión de los beneficios sociales y la transmisión de la propiedad (pensiones, bienes conyugales, herencias y sucesiones), y en el campo de la adopción.

Las cuestiones relacionadas con los beneficios sociales y la propiedad podrían resolverse cambiando las leyes para que en la medida de lo posible queden a criterio de cada persona, independientemente de su "estado civil".

Es decir, que cada uno pueda decir quién lo va a heredar, quién va a cobrar pensión en caso de muerte, bajo qué nombre se inscriben los bienes y propiedades, etc.

Si querés entrar en algún tipo de convivencia formal (que la llames matrimonio o no dependería de lo que decidas con tu pareja), podrías en ese caso firmar los contratos correspondientes, como si estuvieran constituyendo una sociedad comercial, sin que en estos contratos haya ningún rótulo que se le de a la relación.

Habría que poner alguna salvaguardia para los que no ponen nada de esto por escrito, para que no los garquen así nomás; por ejemplo, podría ponerse que a falta de un contrato escrito, los convivientes adquieren de prepo los derechos de un contrato a partir del segundo o tercer año de convivencia.

Admito que la cuestión de la adopción es bastante más espinosa y complicada; me parece que tal vez sería mejor tener bien en claro cuántos chicos están en situación de adopción, cuántos adoptantes están en lista de espera y por qué el sistema funciona tan mal como lo hace. A partir de eso, podemos pensar en mejorar el funcionamiento del sistema.

En suma, si se trata de acceder a estos derechos, hagamos que estén disponibles a la voluntad de los ciudadanos, sin importar su situación de pareja, y que sean ellos mismos los que decidan qué forma le van a dar, sin una definición impuesta por el Estado que puede no ser la que cada uno sienta como verdadera.

En un sentido parecido que intenta salir por arriba del problema, Carrió andaba diciendo que había que sacar la palabra "matrimonio" del Código Civil y reemplazarlo por la figura de la "unión civil familiar" o algo así. Aunque sea, es un principio de superación.

Saludos