Así y todo, Hermes Binner sostiene que fijar retenciones es una atribución del Ejecutivo, porque hacen a la política económica.
Y bueno, el tipo es socialista y no lo desmiente. Pero hay que tener en claro qué se puede esperar de él y su partido si alguna vez llegaran al gobierno nacional, y antes que se puede esperar de sus legisladores si hubiera que cancelar la absurda e inconstitucional facultad legislativa que se cedió en tiempos de un gobierno de facto.
4 comentarios:
El Trismegisto rafaelino no puede despegarse de la ideología.
No les molesta que el Ejecutivo tenga un poder tan discrecional sobre la vida de tanta gente, sino que sea alguien más el que detente ese poder. En el corto plazo algunos políticos pueden decir que las retenciones están mal, pero simplemente lo hacen para complicarle la vida al kapanga de turno. Llegado el caso de que lleguen ellos al poder, las retenciones y demás medios mediante los cuales el Estado puede llevar adelante políticas dirigistas van a ser revalorizados como indispensables para gobernabilidad y la justicia social. Simplemente no parecemos tener el gen de defensa de la libertad individual.
Todo lo que implique que el Estado tenga más plata para redistribuir está bien y lo que implique lo contrario está mal.
¿Qué no se entiende?
Hermes es el peor muñeco que podría elegirse para encabezar al progresismo. De la Rua es un estadista de primera comparado con el muñequito suizo
Estos izquierdistas supuestamente impolutos -Binner, Solanas, en menor medida la Carrió- si no son socios del gobierno, terminan siendo funcionales a él, porque en el fondo piensan lo mismo.
Como en Argentina el centro y la derecha son vergonzantes, la oposición termina tratando de correr al kirchnerismo por la izquierda (82% móvil, entre otros ejemplos), o cuestionando -con razón, pero en forma insuficiente- la corrupción o las prácticas más reñidas con el sistema republicano.
En mi caso, la cuestión no ofrece dudas: los K no son malos por corruptos ni por mal educados; serían deleznables aunque no robaran nada, porque su concepción política es totalitaria, con afluentes del montonerismo y notorias simpatías con el marxismo. Las leyes que se han sancionado -verbi gratia, y sin agotar la lista- de medios, de educación- son contrarias a la Constitución en su letra y en su espíritu: el derecho de enseñar y aprender se transmuta en un derecho colectivo a recibir enseñanza, dirigido ideológicamente desde el Estado; la libertad de publicar las ideas por la prensa -que está ligada a la tan denostada libertad de empresa periodística- en el derecho del público a ser informado verazmente, es decir, como quieren los gobernantes.
Todos esos conceptos son más afines a la constitución cubana que a nuestra Ley Fundamental.
La delegación de facultades en el Poder Ejecutivo es inseparable del dirigismo y estatismo - incompatible con el principio de legalidad propio de un sistema republicano (artículos 4, 17, 19, 75, incisos 1 y 2 de la Constitución), y absolutamente vedada en materia tributaria (artículo 17: "Sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan en el artículo 4").
Por eso, cuando la gente busca opciones "decentes" dentro del socialismo -que en las votaciones cruciales siempre se alineó con el kirchnerismo- tiemblo ante su ingenuidad, alimentada por quienes nada tienen de ingenuos.
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