15 de noviembre de 2010

Letát se muá

Es un principio clave de las democracias modernas, manifestado de diversas maneras según el país que se trate, que el Ejecutivo no puede gastar fondos públicos bajo ningún concepto sin contar con la previa aprobación expresa del Poder Legislativo.

En los Estados Unidos, el rechazo de un proyecto de presupuesto nacional o la no aprobación del mismo para el cierre del año fiscal, resulta en el cierre (government shutdown) de todas las funciones "no esenciales" del gobierno federal, a menos que medie una resolución conjunta de ambas cámaras para extender el financiamiento público.

En varios sistemas parlamentarios, sobre todo los del llamado "sistema de Westminster", el rechazo legislativo a un proyecto de presupuesto, o incluso a un proyecto impositivo, equivale a una moción de censura contra el gobierno ya que el Parlamento le rechaza la facultad de disponer de los fondos públicos (Loss of Supply), y provoca o la dimisión inmediata del gabinete o la disolución del parlamento y la convocatoria a elecciones inmediatas.

En la Argentina repiola y langa, que está de vuelta de todo y a la que la Vía Láctea le queda chica, como si no alcanzara con la payasada de que ante la no aprobación de un presupuesto se emplea de prepo el del año anterior, la Viudita cara de piedra asegura por cadena nacional que seguirá gobernando sin importar lo que resulte del bochornoso debate en el Congreso, incluso si tiene que asignar partidas por decreto.

¿La Constitución? Bien, gracias. Así nos va.

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