En el mundo de la política es más fácil mentir que decir la verdad. O mejor dicho, es más rentable la mentira a la verdad.
Para la izquierda es inconcebible que sus adversarios se rebelen contra ellos. Los izquierdistas se rebelan contra los que mantienen las cosas. Así lo vemos, que la explicación más recurrente que han sacado para justificar el fracaso del gobierno marxista leninista de Salvador Allende, es que la CIA intervino. Mónica González, periodista del sitio CIPER miente de nuevo: “La historia de cómo el gobierno estadounidense, desplegando la fuerza de la CIA sobre Chile, ayudó a orquestar el derrocamiento del gobierno del democráticamente electo Salvador Allende y el ascenso al poder del régimen militar de Pinochet es bien conocida en el mundo”. Tanto a la señora González como al resto de la izquierda, les cuesta asumir las palabras del dirigente de la Conferación Única de Profesionales de Chile (CUPROCH), Julio Bazán Álvarez que dice en su libro “Lo derrotó el pueblo”: “La izquierda todo lo ha distorsionado, no es conveniente para su imagen reconocer la verdad: el Gobierno de Allende fue derrocado por la base social de Chile”. Fue, además, el civil que hizo contacto entre la DC y la Marina. Después de todo, los planes para tomar el poder vinieron de ahí, no del Ejército. Omite CIPER que el país estaba totalmente paralizado ad portas de la intervención militar. Ni siquiera las protestas contra el Gobierno Militar o la ‘dictadura’ llegaron a ese nivel de paralización. Naturalmente, la izquierda siempre intentara mostrar que las protestas en contra de Allende eran pequeñas y las en contra el Gobierno Militar eran grandes. Si fuese cierto lo que dice la izquierda, entonces, no se explicaría el respaldo que tuvo el general Pinochet en el plebiscito de 1988, que llegó al 44,01% de la población.
Al periodismo de izquierda les gusta ver la paja en el ojo ajeno y no en el propio. La periodista Mónica González nunca nos explicará para qué eran las armas encontradas en la casa de Allende ni los vínculos que tenía con Óscar Squella Avendaño , el mayor traficante de drogas de América Latina de los setenta, ni los informes que recibía del Mir sobre armamento y munición - y así dice el mito político, que el Mir le hacía la vida difícil al Gobierno de la Unidad Popular-, ni porqué Allende era una agente de la KGB pagado. Si hiciese todo ello, correría con la suerte del ostracismo que la izquierda realizó al ex allendista, Víctor Farías. Tampoco lo anterior, tendrá su lugar en el Museo de la Memoria, mas si los archivos desclasificados de la CIA con respecto a Chile.
Así, el golpe noticioso de la semana fueron las revelaciones de CIPER de que gobierno de Ronald Reagan le quitó el apoyo a Pinochet. De hecho Reagan aprecia a Pinochet: “Salvó a su país… Si hubiera alguna forma en que pudiéramos aparecer como no oponiéndonos a él, indicar que respetamos lo que ha hecho, pero al mismo tiempo decir que queremos ayudar a Chile por el bien de Chile”.Si la periodista y ex comunista Mónica González hiciese periodismo de investigación, en su reportaje tendría que haber puesto que la presión del Gobierno estadounidense contra Pinochet, era ridícula, pues lo propios militares se fijaron metas y plazos para cumplir su objetivo. De hecho, el ex ministro del Trabajo de Pinochet, José Piñera en su blog recuerda la Declaración de Principios del Gobierno Militar en 1974: “La Junta de Gobierno entregará oportunamente el poder político a quienes el pueblo elija a través de un sufragio universal, libre, secreto e informado”.
Leyendo el reportaje de CIPER, uno se da cuenta que en este caso particular, el ex gobernante norteamericano estuvo mal asesorado, por el secretario de Estado George Shultz y por el asistente del secretario de Estado para América Latina, Langhorne Motley, quien dijo una “intervención activa, aunque gradual, para tratar de propiciar una transición pacífica hacia la democracia en Chile”. El Gobierno Militar se fijo un itinerario que estaba en sus artículos transitorios de la Constitución de 1980. Finalmente, lo cumplió.
Además, revela que los servicios de inteligencia norteamericanos no eran tan buenos. Si hubiesen leído la Constitución, a los contribuyentes norteamericanos le hubieran ahorrado bastante plata en financiar a la oposición al Gobierno Militar a través de la National Endowment for Democracy (NED).
Cuando se está en el poder, cualquiera persona pierde el control. Por eso, Nietszche decía: “Qué el poder vuelve estúpidos a los hombres”. El general de la Fuerza Áerea y miembro de la Junta, Mathei ha dicho, que Pinochet no era el mismo al principio que, cuando asumió la jefatura de la Nación. Basta ver como los políticos incluso en democracia desean perpetuarse en el poder, ya sea a nivel local, internacional al inventarse cargos o siempre buscando un pretexto para ser servidores públicos, incluso en que la mayoría de los mortales está jubilado. Si alguien tiene un conocido en la política, se dará cuenta que se les sube los humos a la cabeza, esto es, se creen la muerte. A nadie se le ha ocurrido crear un centro de rehabilitación para desintoxicarse del poder, así como han creado centros para desintoxicarse de la droga o el alcohol.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario