En mi caso me parece que sigue confirmando que el país no va a poder mantener ficticiamente ni los esquemas políticos ni las relaciones entre provincias que se establecieron ciento cincuenta años atrás, cuando una sola provincia acumulaba el 90% del ingreso y de la población.
Una muestra interesante es lo que pasa con Rosario. La villa en mayo de 1810 tenía unos 500 habitante. En 1910 pisaba los 200.000. En el bicentenario, 1.200.000.La curva de crecimiento no es exacta, pero marca claramente la tendencia de lo que sucedió en la Pampa Gringa, desierta en las épocas en que López ató los caballos santafesinos en la Plaza de la Victoria.
Creo que el día que el país se olvide de estupideces como el indigenismo, y empiece a reconocer que sus orígenes efectivos no están ni en Mayo ni en los tehuelches, y si en Urquiza, Mitre, Sarmiento y los miles y miles de gringos que vinieron a construir el interior, recién ahí vamos a poder arrancar nuevamente.
2 comentarios:
Coincido absolutamente.
Comparto, Rubén.
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