14 de mayo de 2011

Historia, Memoria y Política




El Día del Libro se vio empañado por la muerte del poeta Gonzalo Rojas. Durante ese día también, el Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos a través de su directora, Romy Schmidt le hizo un reconocimiento por recuperación de la memoria a Lom Editores , que recibió la Directora Editorial, Silvia Aguilera. En efecto, “LOM Editores donó 150 títulos de su colección Libro y Memoria y más de mil ejemplares que estarán disponibles para todos sus usuarios en el Centro de Documentación del Museo”.

Para nadie es novedad que tanto el Museo de la Memoria como la Lom Editores son de izquierda. La editorial intenta recuperar el sitio que tenía la Editorial Quimantú del Partido Comunista. La diferencia estriba en que los libros de la última estaban impresos en papel roneo. Después que cayó el Muro, encontré en una librería de viejos, la Historia de la Revolución Rusa de León Trosky, que publicó esa editorial, a partir de una versión en francés. También publicó los primeros escritos del pensador italiano Antonio Gramsci, cuando la izquierda había abrazado el guevarismo leninismo. Esa traducción estuvo a cargo de un profesor de filosofía de la Universidad de Chile de Valparaíso, hoy Universidad de Valparaíso, quien luego se fue al exilió.

Desde que llegó la democracia empezaron hablar de la memoria, tal es así que escribieron un libro titulado Chile: Memoria Prohibida(1989), para ellos monopolizar la memoria. El Museo de la Memoria es nuestra versión del Ministerio de la Verdad de 1984. Además, del hecho de que la Izquierda lo haya concretado indica que la Derecha, por el contrario, está débil y famélica. ¿Será eso la ausencia del ‘relato’ del actual gobierno? Tan tísica que el progresismo convenció a que dos personas de la Derecha Liberal formaran parte del Directorio, a saber, el actual embajador Oscar Godoy y el director, escritor del think tank liberal Centro Estudios Públicos, Arturo Fontaine. Según leí después, varios personeros de la UDI se sintieron dolidos porque no los invitaron.

Chile se veía así mismo como un país de historiadores y poetas. Teníamos a Encina, Jaime Eyzaguirre, Barros Arana, Góngora, Gonzalo Vial Correa y otros. La Derecha, con todo, ha optado por evadir la historia reciente, porque según Juan Ignacio Brito afirma en su carta ‘Historia y Verdad Oficial’ :”se avergüenza de su colaboración con el régimen militar y se ha restado del debate. Con su habitual desprecio por las ideas y proverbial pragmatismo”. Para que, entonces, están, los think tanks. A consecuencia de ello, los tribunales de justicia son los que tienen determinar la ‘verdad histórica’ y le “despeja la pista para la izquierda, que ha construido el "relato" (para usar una palabra de moda) sobre el período casi sin oposición y que hoy pone la guinda a la torta exigiendo que el Poder Judicial defina la versión oficial sobre el 11 de septiembre de 1973, fecha pivotal del período en cuestión”. Por esa razón, “basta ir a cualquier librería y comparar lo que escriben los políticos y centros de estudio de derecha con los de izquierda” decía el señor Francisco J. Urbina el 21.11.2010 en ‘El Mercurio de Santiago’.

Los representantes de la Derecha tienen centros de estudios, pero temen debatir sobre la historia reciente, a diferencia de la infantería de ese sector. Véase los blogs, los libros que publica la editorial Maye y los autores que han publicado en otras editoriales. Y eso tiene que ver con el debate que hubo el año pasado entorno al concepto de la ‘Nueva Derecha’ que dejo al descubierto sus debilidades más que sus fortalezas. Una de ellas, como dijo el señor Urbina es que ‘la derecha apenas sale del campo técnico de las políticas publicas’.

En la misma línea del señor Urbina, está la carta de Pablo Ortúzar Madrid , ‘El relato de la derecha’(9.05.2011), en la que sostiene que “el último en intentar generar una síntesis intelectual de estas tradiciones fue Jaime Guzmán, quien fracasó, imponiéndose finalmente en el sector el pragmatismo del liberalismo economicista que operaba remplazando la política por las políticas públicas”. Cuando me referí una vez que la derecha tiene mucho think y poco tank, es que no habla de la política en términos amplios.

Pues bien, si una política pública tiene el nombre Derechos Humanos, los tecnócratas de los think tank, estarán encantados haciéndole uno o más retoques al proyecto. Las personas que no pertenecen a esos centros de estudios, por el contrario, se dan cuenta enseguida que esa política no le interesa promover los derechos humanos, aun cuando el artículo 2º de la ley 20.405 afirme : “El Instituto tiene por objeto la promoción y protección de los derechos humanos de las personas que habiten en el territorio de Chile, establecidos en las normas constitucionales y legales; en los tratados internacionales suscritos y ratificados por Chile y que se encuentran vigentes”. Sabemos que en la práctica no es así, pues pasa a llevar la Constitución y es un arma o instrumento para atacar a los militares, por un lado. Y por otro, como se ha visto, defender a cuanto violentista habite en el país pidiendo que se anulen los juicios. Podríamos pedir lo mismo. Así, lo podemos constatar el sesgo en unos de sus artículos de la mencionada ley:”Aquellas que, en el período señalado precedentemente, hubieren sido víctimas de desaparición forzada o correspondieren a ejecutados políticos, cuando aparezca comprometida la responsabilidad del Estado por actos de sus agentes o de personas a su servicio; como asimismo, los secuestros y los atentados contra la vida de personas cometidos por particulares bajo pretextos políticos”. En esa ley no se menciona ni el terrorismo o la guerrilla. Se supone que la afirmación: “atentados contra la vida de personas cometidos por particulares bajo pretextos políticos”, es una forma de hablar de ello. Aun así, es sesgado la ley y el propósito, pues sólo abarca el período del Gobierno Militar, no antes, ni después, no se persigue a un terrorista por delitos de lesa humanidad y tortura. Y por último, es guardián de ambos Informes izquierdistas. Para esa ley, vale la expresión: “Hecha ley, hecha la trampa”.

Ahora bien, a consecuencia de esa ley, Chile firmó el Estatuto de Roma, que como hemos podido comprobar, no tiene por objeto promover los derechos humanos, sino de perseguir a los militares. Pese a que no es retroactivo, tantos los abogados de derechos humanos como otras organizaciones no se cansan de repetir junto con los loros de la derecha que están en el Gobierno, que los militares cometieron delitos de lesa humanidad. El ministro de Bachelet, José Antonio Viera Gallo afirmó, cuando el país firmó: “El ministro de la Presidencia aclaró que la entrada de Chile en la CPI no afecta los casos relacionados con la represión ejercida por el régimen de Augusto Pinochet, ya que el tribunal no puede juzgar crímenes cometidos antes de su creación en 2002”. El artículo nº2 de la ley 20.357 que tipifica crímenes de lesa humanidad, genocidio y delitos de guerra: “Que el ataque a que se refiere el numerando precedente responda a una política del Estado o de sus agentes; de grupos armados organizados que, bajo la dirección de un mando responsable, ejerzan sobre algún territorio un control tal que les permita realizar operaciones militares, o de grupos organizados que detenten un poder de hecho tal que favorezca la impunidad de sus actos”. Una vez más no aparece la palabra terrorismo o guerrilla. Hecha la ley, hecha la trampa.

Lo anterior es consecuencia de haber reducido la política o la politeia (Πολιτεια) de Aristóteles al ‘campo técnico de las políticas publicas’. Siendo honesto, creo que un bloguero me saco en cara ello a propósito de un post que escribí hace tiempo. En esa oportunidad no reparé en las implicancias que tenía.

Con todo, la batalla de las ideas, la memoria y la historia no está perdida, pese a que la Derecha le da la espalda a la historia. Gracias al esfuerzo realizado por el ex ministro de Pinochet, escritor y empresario, agricultor, Alfonso Márquez de la Plata con el proyecto de la Editorial Maye, que permitido contrarrestar un poco la avalancha de propaganda de la izquierda, contando el otro lado de la historia. Si algún extranjero desea conocer la otra parte, encargue los libros a esa editorial. Los libros del profesor Víctor Farías que han desmitificado a Allende: Salvador Allende: el fin de un mito, Salvador Allende Antisemitismo y Eutanasia, Los documentos secretos de Salvador Allende: La Caja de Fondo de La Moneda. Tenemos el libro sobre el preso político, Miguel Krasnoff, que es considerado un héroe en Rusia: Miguel Krasnoff, Prisionero por servir a Chile de Gisela Silva Encina. Está el libro del periodista italiano Mario Spataro, Pinochet, Las Incómodas Verdades, que ojala se publique en España. Está el libro del francés Philippe Chesnay Pinochet, La Otra Verdad. En forma independiente, está el libro de La Infiltración en la Armada 1973: la Historia de un Motín Abortado (RIL Editores) de German Bravo Valdivieso y La Dura de Raúl Hermosilla Hanne. Y como no, el libro del general Manuel Contreras, La Verdad Histórica: El Ejército Guerrillero.

Nombro todos esos libros, porque estoy seguro que la directora del Museo de la Memoria nunca le agradecerá al señor Márquez de la Plata por su contribución por recuperar la memoria del país. Si bien es un avance el aporte de la editorial Maye, se ve que a la izquierda le molesta. Por ejemplo, cuando fue publicado el libro Miguel Krasnoff, Prisionero por servir a Chile, el libro fue un best-seller en las librerías. A los pocos meses después, la profesora de castellano, Mónica Echeverría publicó “Krasnoff: Arrastrado por el Destino”, que fue publicitado en ‘La Tercera’ y a ella la invitaron a un programa de entrevista del cable. Por cierto, probablemente el Museo invite al cantante Patricio Manns para que hable de la contra revolución de la Armada, y no al señor Bravo o a la señora Echeverría, mas no a la historiadora Silva Encina.

Porque la política fue reducida a políticas públicas, la Derecha le dejó la historia a la izquierda. Y por esa misma razón, la derecha no le ha podido quitar la bandera de los derechos humanos. De ese modo, la izquierda irracional o reaccionaria con resabios totalitarios convirtió una disciplina de las humanidades, donde las diferencias y la revisión son normales, ya que nuevos antecedentes nos hace cambiar una visión de los eventos del pasado o de un personaje, en un caballo de batalla para imponer si o si su punto de vista. La izquierda, sin embargo, se enoja cuando le cambian el relato.

2 comentarios:

Andy dijo...

Si la izquierda se enoja cuando "le cambian el relato", mejor dicho, cuando se dejan en evidencia sus mentiras y medias verdades, es un buen primer paso. No olvidemos, que el que se enoja, a la larga o a la corta, pierde...
Y ahí sí le arrancamos los DDHH!

Javier Bazán Aguirre dijo...

Así es Andy. La guerra cultural no está perdida.