7 de junio de 2011

Sacrilegio

De repente lo entendí. El escandalo de la progresía ante la acusación de los demás de corrupción en el seno de las Madres es muy parecido al sentimiento de los católicos ante la acusación a un cura de pedofilia, como el caso del padre Grassi. Basicamente, es una puñalada ideológica, es el efecto de destruir al referente. Por ello la progresía se relamía imaginandose al cura manoseando esas jovenes carnes, por lo mismo que muchos no podemos contener una risa ante el caso Schoklender. La unica salida aceptable es que para tener justicia los santos de nadie pueden ser intocables, y nadie está fuera de sospecha.

2 comentarios:

joe e. tata dijo...

totalmente.
habia algo de eso que tenia en la cabeza y no lo podia expresar asi tan claramente

muy bueno

es tan simple como decir que las cosas son solo validas segun su evidencia y no segun ideologia

y que la unica verdad es la realidad

pero igualmente siguen defendiendo

y creo que si es por su ideologia esta bien robar

Anónimo dijo...

Tal cual, y para mi va al corazon de la democracia. Para que haya justicia e igualdad, si se sospecha que un sacerdote abuso a un chico la Iglesia debe aceptar que es un ciudadano igual que cualquier otro (dad al Cesar lo que es del Cesar), y esto obviamente se aplica tambien a Hebe de Bonafini, al Che, a las Abuelas, a Jesus reencarnado, a un joven maravilloso o al Dalai Lama si saca pasaporte argentino. Es la unica manera de que cada credo o grupo sea tratado igual que el resto, que no haya privilegios que a posteriori lleven como casi siempre terminan llevando a la corrupción de los beneficiados.