El viento norte sopla en todos lados; pero allí te remite a un estado poco fácil de describir. Y el sol. El sol es otro; al atardecer la bruma lo deja perfectamente recortado; y cuando el ventarrón afloja, se descubre el ánimo de la noche, que también tiene ese nosequé. Gracias Max.
Pasé casi todos los veranos de mi adolescencia-juventud en el campo de mis primos en Goya, Corrientes. Paisaje muy parecido al de la foto. Casi igualito, te diría. Para mí no había nada mejor que una tardecita de calor, con frente de tormenta, olor a tierra húmeda, mate en la galería y las infaltables tortafritas. Y rogar, mate mediante, que siguiera lloviendo por la mañana. Promesa de no madrugón, no trabajo con el rodeo y de remoloneo en la cama. Por la tarde, si persistía la lluvia, más mate, más tortafrita y un truco. Qué linda vida.
Y si, era así nomás, escuchabas la lluvia en techo a la madrugada y ya sabías que se venía un día relajado, hasta que llegaron las malditas 4x4, ahora podes ir a la escuela aunque llueva.
Las tormentas son un espectáculo único por esos pagos; cuando estoy por allá me paso ratos contemplando como evolucionan los cúmulos, las descargas y los relámpagos. De la nada, emergen unos frentes que después de brindarte una refrescada desaparecen sin más; después, calor, humedad y chicharras.
6 comentarios:
El viento norte sopla en todos lados; pero allí te remite a un estado poco fácil de describir.
Y el sol. El sol es otro; al atardecer la bruma lo deja perfectamente recortado; y cuando el ventarrón afloja, se descubre el ánimo de la noche, que también tiene ese nosequé.
Gracias Max.
Y si, a mi viejo y a mi este clima siempre nos hace sentir mejor, contra lo que se podría pensar. Como ir al sauna, supongo.
Pasé casi todos los veranos de mi adolescencia-juventud en el campo de mis primos en Goya, Corrientes. Paisaje muy parecido al de la foto. Casi igualito, te diría. Para mí no había nada mejor que una tardecita de calor, con frente de tormenta, olor a tierra húmeda, mate en la galería y las infaltables tortafritas. Y rogar, mate mediante, que siguiera lloviendo por la mañana. Promesa de no madrugón, no trabajo con el rodeo y de remoloneo en la cama. Por la tarde, si persistía la lluvia, más mate, más tortafrita y un truco. Qué linda vida.
Y si, era así nomás, escuchabas la lluvia en techo a la madrugada y ya sabías que se venía un día relajado, hasta que llegaron las malditas 4x4, ahora podes ir a la escuela aunque llueva.
Las tormentas son un espectáculo único por esos pagos; cuando estoy por allá me paso ratos contemplando como evolucionan los cúmulos, las descargas y los relámpagos. De la nada, emergen unos frentes que después de brindarte una refrescada desaparecen sin más; después, calor, humedad y chicharras.
Acá también sopló en Norte todo el día, a mi me plancha un poco.
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