17 de febrero de 2012

Un gobierno sin política exterior





Una de las primeras cosas que le critique al entonces todavía electo candidato a la Presidencia, Sebastián Piñera fue, pues, que ratificara al socialista chavista, el chileno José Miguel Insulza al cargo de la OEA. Me di cuenta que no era el único. El analista libertario José Brechner también pensó lo mismo: Los errores de Piñera comenzaron el día en que brindó su apoyo al chavista José Miguel Insulza en la OEA. No por ser chileno el secretario general es confiable, y no quepa la menor duda de que en cualquier momento asumirá su rol de marxista opositor. Como Insulza, en Chile hay miles”. Las recientes declaraciones del Secretario General de la OEA para ofrecerle trabajo al juez prevaricador español, Baltazar Garzón nos ilustra que fue un error haberlo ratificado:las puertas de la OEA siempre van a estar abiertas para trabajar con Garzón”. Pero al Presidente Sebastián Piñera no le importa, pues cumplió su sueño de llegar a la primera magistratura del país.

La política exterior sigue la misma senda de la Concertación, a saber, inventar burocracias internacionales que sólo sirve para los amigos del partido. Así lo vemos, cuando se creó la Unasur, que supuestamente, iba a ser como la OTAN de Sudamérica.

Ahora, recientemente, a instancia del mandamás de Venezuela, Hugo Chávez, se creó una nueva burocracia para Latinoamericana, que por cierto, no tendrá ninguna utilidad para sus habitantes: Celac. Desde luego, que en esta nueva organización se encuentra Cuba y se excluye los Estados Unidos y Canadá. Piñera dijo a propósito de este organismo: “integrarnos en términos de inversiones, integrarnos físicamente, en el campo de la energía. Espero que este Celac recupere el tiempo perdido en materia de integración y podamos transformar a nuestros pueblos de América en pueblos unidos, que enfrentamos juntos el futuro”.

De hecho, la primera reunión para darle forma la constituyeron los países de Chile, Cuba y Venezuela. Alguien me puede decir qué hace Chile allí. Al poco tiempo nos enteramos de que en isla cárcel muere otro disidente y a la reconocida bloguera Yoani Sánchez no se le permite viajar a Brasil. Y así quieren más integración.

Quién hizo una critica interesante fue, pues, el argentino Alberto Benegas Lynch. Lo curioso es que el cita a un economista chileno que ya en la década del setenta criticaba a los adefesios internacionales. Me refiero Ángel Castro Cid, profesor de la Universidad de Chile, quien escribió el libro Organismos internacionales, expertos y otras plagas de este siglo(Editorial Prolam-Bs.As 1970). El argentino Benegas Lynch cita una nota del chileno: “Hoy, en cambio, los economistas siembran el oscurantismo en todo el globo; el flagelo de los planificadores azota a la humanidad entera y los expertos muestran por todas partes su lenguaje esotérico y sus mentes difusas. Ni siquiera los esquimales o los watusis se encuentran libres de los organismos internacionales, cuyas misiones pueden caerles en cualquier momento, con la velocidad del avión y la potencia destructiva de la bomba atómica […] Nos infunde respeto la oscuridad del lenguaje de quienes nos guían, y no nos detenemos a meditar si ella obedece a profundidad conceptual o a poca claridad de las ideas”. En la blogosfera chilena siempre nos hemos quejado de la falta de crítica hacia los organismos internacionales por parte de sus centros de estudios y de los políticos, que no reportan ninguna utilidad. De hecho, el gobierno del demócrata cristiano, Eduardo Frei Montalva no quiso cambiarle el material de guerra a las Fuerzas Armadas, porque confiaban en los organismos tipo OEA u ONU. Lo que no impidió, la posible guerra con Argentina que llegó, que ya avizoraba el almirante Merino en los días oscuros de la Unidad Popular.

Hay que recordar que hace poco se creo la UNASUR, que sería según los políticos profesionales, la OTAN latinoamericana.

El nuevo adefesio latinoamericano es tan izquierdista y comunista, que la ‘Juventud Comunista’ declaró: “es un hito en la historia mundial”.

La ceguera la vemos en el apoyo que hizo el canciller chileno, Alfredo Moreno a la reivindicación del gobierno argentino a las islas británicas: "Chile siempre ha apoyado a Argentina sobre su soberanía en las islas Malvinas. En esto no hay absolutamente nada nuevo".

Chile maneja su política exterior como su política interior.

Tal vez lo que diga sonora un poco imperialista. Si un país quiere tener peso en la política internacional, además, de tener un pujante economía, hay que tener una armada poderosa. En estos momentos, las papas queman combatiendo la piratería que estando en una burocracia internacional que sirven únicamente a los que ocupan esos cargos con sueldos de millonarios.

4 comentarios:

Laucavio dijo...

Me parece que se mezclan un poco los tantos acá. Visto desde este lado, la "posible guerra" con la Argentina que profetizaba el etílico almirante Merino, era la consecuencia inevitable de una ciega política chilena (mayormente impulsada por su Armada) que combinaba un absurdo "irredentismo patagónico" oriental a la Irarrázaval con una inocultable ambición de proyección sobre el Atlántico Sur y la Antártida bien al este del Cabo de Hornos. Si alguien esperaba que la Argentina se quedase con los brazos cruzados frente a eso, era más que ingenuo. Al fin de cuentas, el diferendo se solucionó razonablemente.

En cuanto a Malvinas, la Argentina tomó nota del apoyo material chileno a los ingleses en el 82. el Reino Unido está a miles de kilómetros y su estrella no durará por siempre, la Argentina, para mal o bien, les caigamos bien o no, está y estará siempre al lado de Chile. Y Chile, también está en el menú antártico de el reino Unido,por más que se intente escamotear este hecho.

Aparentemente, la política chilena más racional ha tomado en cuenta estos hechos. esto me parece un rasgo de racionalidad.

Saludos,

El barbudo

Klaus Pieslinger dijo...

Laucavio, no está de más recordar que, antes del apoyo material chileno a los ingleses, ocurrió la plaza del 3 de abril, que hizo cambiar de planes a Galtieri y apostar a más acciones beligerantes.
En esa plaza, el primer "cantito" era contra los ingleses, y el segundo instaba a ir contra los chilenos...

Javier Bazán Aguirre dijo...

Laucavio:
Desde el punto de vista de la política real, es un poco ingenuo que los argentinos no se iban a quedar de brazos cruzados por lo que dices, en cuanto a proyectarse hacia el Atlántico.

No sé si es de la marina chilena o de un política de Estado.
Lo que dice Klaus es cierto. Galtieri pensaba irse primero contra los ingleses y luego contra los chilenos.
Visto desde el lado argentino, las FFAA chilenas estaban mal equipadas.

Laucavio dijo...

Estimados, gracias por las respuestas.

Klaus, con la mediación del Vaticano en marcha por el tema islas/boca oriental del Estrecho/meridiano antártico, Galtieri no tenía ni medios ni ningún incentivo o real apoyo popular para "ir contra Chile". La Argentina, más allá de las lamentables vacilaciones sobre qué hacer luego del 2 de abril en Malvinas, lo que sí temía era algún golpe de mano o algo peor de parte Chile mientras estaba aferrada en Malvinas. La principal movilización del EA luego de que una alternativa diplomática fallara en Malvinas, fue precisamente un dispositivo defensivo contra Chile en Sta. Cruz y los pasos de Neuquén. Te aseguro que en la plaza, en la que estuve, los chilenos no le importaban mucho a nadie. Salvo para cuidarnos las espaldas.

Javier, efectivamente. La ambición (desmedida) de la Armada chilena precipitó las cosas. El Decreto N° 416 del 77 de lineas de bases rectas fue una provocación directa a la Argentina y un mal paso político de la junta chilena, que no le dejó mucha alternativa de maniobra a un Videla "paloma" frente a la ARA, que era la más enardecida en el tema (con razón, me parece) y que sostenía que más allá de las islas, Chile buscaba cortar en dos a la Argentina y obligarnos a pedirles permiso para circular por el Atlántico (boca oriental del E. de Magallanes, por caso), aguas que jamás habían sido chilenas, y vaya a saber qué más en relación con la Antártida. El Decreto era la prueba cabal de esa ambición.

Argentina vio que, o mostraba que estaba dispuesta a ir a una guerra total o perdía su exclusividad atlántica, lo que absolutamente inaceptable. Mostró que iba a ir a una guerra, por más absurda que fuera (¿qué objetivo tenía meterse en Chile? Militarmente, era absurdo y el costo altísimo aún si se lograba, que no era seguro, más allá de las bravatas de Menéndez y cía). Lo hizo y Cubillos y cía. que era, además de una persona de la ACh, un tipo sensato, se dio cuenta de que la apuesta grande de proyectarse sobre el Atlántico no saldría. Ahí activó la mediación del Vaticano. Y todos los que teníamos dos dedos de frente, respiramos tranquilos...

Por suerte, todo esto es historia antigua.

Mi punto es que, racionalmente, resuelto definitivamente -como está- este problema, tenemos ambos -Chile y Argentina- más que perder a largo plazo separado que unidos. Ambos reconocemos nuestros reclamos sobre el sector antártico respectivo en lo que no se superponen contra las ambiciones inglesas, lo que es un muy buen primer paso. Y UK ha demostrado largamente -a ustedes y a nosotros- que no es un aliado fiable para nadie. Pinochet lo vivió en carne propia.

Saludos,

Laucavio el Barbudo